Oh, Dios todopoderoso y eterno,
que, con la luz de la verdadera fe,
diste a tus siervos conocer la gloria de la Trinidad eterna,
y adorar la Unidad en el poder de tu majestad:
haz, te suplicamos, que, por la firmeza de esa misma fe,
seamos defendidos siempre de toda adversidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo, Dios,
por todos los siglos de los siglos.
Amén.
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