Avanzando en la misma línea de la medida legislativa adoptada ya hace más de diez años, cuando en el 2002 se legisló el supuesto derecho a la eutanasia para los mayores de 18 años, la Cámara de Representantes de Bélgica sancionó definitivamente el jueves pasado el proyecto que el Senado había aprobado en diciembre del 2013, según el cual también los menores, sin restricción alguna de edad, podrán acceder a la eutanasia legal, con la sola condición de padecer una enfermedad terminal, no abordable por ningún tratamiento médico que pueda paliar los dolores, y contar con la autorización de los padres y un equipo médico. Sin embargo, para llegar a ser efectivamente ley, el proyecto que promueve la eutanasia infantil necesita de la firma del rey Felipe, motivo por el cual se ha iniciado una campaña a fin de alcanzar la negativa real a otorgar su visto bueno. A este respecto, cuenta Felipe con el heroico ejemplo de su tío Balduino, que en 1990 se negó a firmar la ley del aborto.
El resultado de la lamentable votación fue de 86 votos a favor, contra 44 en contra y 12 abstenciones. Los promotores de la medida argumentan a su favor el derecho a “morir con dignidad”, que consideran tutelado por la nueva ley. Por lo demás, se apela a la supuesta madurez de consciencia que debe mostrar quien solicite que se le realice esta práctica, aunque la capacidad de discernimiento de un niño sobre el verdadero significado de la eutanasia es más que discutible. Aun antes de la aprobación del proyecto, el índice estadístico sobre el recurso a la eutanasia en general muestra un preocupante aumento en Bélgica, con un 25 % más de casos en 2012 que en el 2011, alcanzando la cifra de 1.432. Junto con Holanda, Bélgica es uno de los pocos países europeos en que la eutanasia está legalmente admitida, aunque esta detestable práctica, tanto más grave cuanto que ahora se extiende a los menores el acceso a la misma, parece destinada a extenderse rápidamente e incorporarse a las legislaciones de Europa y el mundo entero, tal como ha sucedido con figuras como el divorcio, el matrimonio homosexual o el aborto.
Resulta especialmente preocupante el amplio consenso de que gozan propuestas como esta no solo a nivel legislativo, sino incluso entre la masa de la población, a juzgar por el resultado que arrojan las estadísticas. Analizando fríamente la situación actual a este respecto, en efecto, se manifiesta de una forma especialmente palpable el abismo a que conducen siglos de revolución anti-cristiana, cuando a la negación de Dios sigue la de los principios más elementales de la ley natural, como es el respetar la vida humana desde la concepción hasta su término natural. El absurdo que constituye la pretensión de sostener con todo el aparato de argumentos legales y científicos semejante aberración, contraria al mismo sentido común, nos lleva a la convicción de que la única lógica posible para entenderlo es la del pecado, solo perceptible en profundidad a la luz de la fe, que nos muestra precisamente la tentativa humana de igualarse a Dios como el origen del mal en el mundo. Es según esta lógica invertida que, rota la relación del hombre con Dios, no existe otra salida final para esta rebelión que la de la destrucción de este por sí mismo, en cuanto la imagen y semejanza divinas no subsisten sino por la realidad en que hallan su fundamento. Sólo Dios conoce cuál es el final de este camino, del que no puede esperarse más que lo peor. Recemos por ello.
Para sumarse a la campaña de firmas antes aludida (PRESIONE AQUÍ)
Está comprobado que la eutanasia entorpece todos los progresos en cuidados paliativos y en tratamientos alternativos. Mientras hay vida hay esperanza. Incluso en situaciones límites se puede mejorar notablemente la situación del paciente y conseguir que no sienta dolor. Es anticientífico matar a un ser humano ante el primer síntoma. En materia de salud quedan muchas cosas por hacer, por descubrir e inventar. Pero hoy en día prima una mentalidad materialista, economicista, que pretende ahorrar dinero en investigaciones y evitar toda clase de esfuerzos en pos del amor al prójimo. No hay caridad. Estas políticas de "abortos terapéuticos" y "muerte digna" tienen un trasfondo pagano con reminiscencias espartanas y matices nazis. Es curioso que los "progresistas" aborten fetos enfermos al igual que aquellos alemanes locos que tanto mal le hicieron al mundo con la idea de eugenesia.
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