Hoy recordamos la batalla de Ituzaingó (20 de febrero de 1827), y la clara victoria militar argentina en la guerra de liberación de nuestros territorios usurpados por el Brasil, país que incluso había invadido años atrás la Banda Oriental y gran parte de las Misiones.
Asimismo, es necesario que recordemos también a nuestros conductores militares, políticos y diplomáticos de entonces, muchos de ellos (como el infame Rivadavia) masones abiertamente traidores a la Patria, que impidieron que las victorias obtenidas en los campos de batalla con la sangre y vida de argentinos, fuesen luego traducidas en la definitiva reincorporación a la Patria de los territorios ilegítimamente ocupados primero por portugueses y luego por brasileños.
Brasil debería esperar un cuarto de siglo para tener su “venganza de Ituzaingó”, en febrero de 1852, al colaborar con fuerzas militares en el derrocamiento de Don Juan Manuel de Rosas “El Grande”, en la seguridad de que la caída del magno Caudillo argentino y la toma del poder por el traidor Urquiza, implicaría el principio del hundimiento de la Argentina como actor geopolítico de relieve en Sudamérica.
Mientras disfrutamos de la bella "Marcha de Ituzaingó" (originalmente una marcha que sería ejecutada por los brasileños si lograban vencer a los argentinos, y cuya partitura fuera abandonada por el enemigo junto a sus pertrechos militares en su humillante huida), tengamos bien presente que no hay verdadero patriotismo fuera del tiempo y del espacio reales.
Por ello, compatriotas: ¡urge alimentar la memoria histórica y la conciencia territorial!
Mientras el suelo patrio y el ser nacional, continúen siendo mancillados, ¡no debe haber descanso para los verdaderos patriotas!
¡Viva la Patria! ¡Viva Cristo Rey!
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