Poner a Dios en
primer lugar significa no confundirlo con las cosas que son de este mundo, sean
instituciones políticas, tendencias económicas o clases sociales. En la
antigüedad, el césar romano era emperador y, al mismo tiempo, divinidad. Cuando
Jesús dijo, "Pues den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"
(Lc 20.25), estaba estableciendo la separación de la institución política de
Dios.
Tampoco se debe
confundir a Dios con las cosas que ha hecho el hombre. Curiosamente, en el
nombre de Dios clavaron a Jesús en una cruz y lo asesinaron, pues los fariseos
pensaban que El era un mentiroso y se estaba haciendo pasar por Dios. Pensaban
que para defender a Dios tenían que matar a Jesús. Paradójicamente, mataron al
Hijo de Dios defendiendo el nombre de su Padre Dios.
Dios es el Creador
de todo en el cielo y en la tierra y es la fuente de la que proviene todo. El
está por encima de todo y de todos, superando lo político, económico y social.
Ciertamente, Dios está presente y vive en la Iglesia, pero también trasciende la
Iglesia y está en todas partes. Dios siempre está donde exista un ser humano.
Hay que tener muy
claro el lugar que debe ocupar Dios en sus vidas y el respeto que El se merece
por ser la fuente de donde nace todo. Respetar a Dios implica amarlo, honrarlo,
darle gloria y no permitir que nada ni nadie ocupe su lugar. Respetar al Creador
significa verlo en todas partes y, sobre todo, en cada persona en cuyo ser está
Su divina presencia. Quien no respeta la dignidad de toda persona no puede estar
respetando a Dios. Cualquier ofensa o daño que se hace a alguna persona se le
hace también a Dios.
Todos los seres
humanos están hechos a Su imagen y semejanza. En todos los bautizados está Dios
de una manera plena. Por lo tanto, cada ser es templo del Espíritu Santo de
Dios. Aún en los no bautizados existe la presencia de Dios, por eso en todo ser
humano hay que ver al Señor. En el rico o el pobre, en cualquier persona de
cualquier raza está el Señor y todo ser humano merece respeto por esto.
Hay muchas
personas que han puesto en el lugar de Dios sus bienes temporales, tales como
automóviles, fincas o dinero. Hay también gente que, en el lugar preferencial de
Dios, ponen a ciertas personas a quienes idolatran, sea un artista de cine, un
deportista, un político o un amante. Esto es un tremendo irrespeto a lo sagrado
y divino que es Dios. Es terrible, porque Dios siempre debe estar en primer
lugar y nada ni nadie puede sustituirlo o suplantarlo. Sólo hay un Dios y
únicamente ante El tenemos que arrodillarnos.
Mucha gente pone
precio a su alma y vende su prestigio, fama, honradez y dignidad al mejor
postor. Prefieren vivir inmoralmente, con dinero y fama, que vivir moral y
dignamente sin dinero, pero teniendo siempre a Dios. Esas personas que renuncian
a la presencia de Dios y fabrican sus ídolos, se convierten en idólatras y
ofenden a Dios, jugándose su propia salvación.
Los hombres deben
respetar también la naturaleza, que es obra de Dios, ya que así se asegura la
futura supervivencia del hombre en la tierra. Cuando el hombre destroza lo que
Dios ha creado, ofende la voluntad divina. Ocurre lo mismo con el respeto al
progreso humano, ya sea en el campo científico, económico o en los diferentes
campos del saber. Todo lo que implique progreso positivo, sano y bueno ha sido
deseado por Dios. Por eso, respetar y cuidar lo bueno que el hombre ha hecho es
también respetar a Dios.
Respetar lo
sagrado es poner siempre a Dios en primer lugar y no permitir que nada ni nadie
se ponga en Su lugar. ¿Pone usted a Dios en primer lugar, o lo ha dejado a un
lado por sus dioses baratos o mundanos? ¡Cuidado con irrespetar lo sagrado!
Respete a Dios y póngalo siempre en primer lugar.
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