En
los días que corren, la palabra “género” ha copado nuestro
lenguaje. Expresiones como “violencia de género”, “identidad
de género”, se escuchan y leen frecuentemente en los llamados
medios de comunicación.
Si
uno se detuviera a reflexionar tan solo unos instantes en estas
expresiones, podría llegar a la conclusión que hasta no hace mucho
tiempo se hablaba de “violencia hacia la mujer” o de “sexo”
para identificar si un individuo es hombre o mujer. Pero en la
actualidad, con mucho vigor, pero a la vez sin que lo notáramos, el
término género se fue instalando en todos los entornos y tomando
múltiples significados.
Para
los ideólogos de esta corriente de pensamiento, las cuestiones
referentes al “género” no parecen ser tan sencillas y definidas,
ya que aparentemente no habría tan solo dos sexos, hombre y mujer
como todos los seres humanos entendernos, sino una extensa lista con
un número muy difuso y desproporcionado a la realidad. Es por ello
que, basándonos en sus principios, sexo biológico y género no son
sinónimos.
Es
así como la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad de New York,
identifica 31 “géneros”, entre los cuales se incluyen el
“genderqueer,”
definido como “una
persona cuya identidad de género no es ni hombre ni mujer, está
entre o más allá de los géneros, o es una combinación de
géneros”.
O el “gender bender” determinado por aquella persona “que
se inclina hacia, cambia, mezcla o combina los roles de género
convenidos por la sociedad, expresando elementos de masculinidad y
feminidad juntos.”
La
cuestión se torna aún más compleja si incluimos en este análisis
a la red social Facebook, la cual brinda a sus usuarios la
posibilidad de identificarse con 50 (cincuenta) géneros distintos,
dentro de los cuales se vislumbran: cisgénero, andrógino, agénero,
fluido, binario, dos-espíritus…
Examinando
palabra por palabra y en su conjunto, probablemente no sea tan
sencillo para el lector comprender con precisión en qué se traducen
todas estas expresiones.
Una
definición clásica de la ideología de género nos ayudará a
comprender, al menos parcialmente, sus postulados: Es
una ideología que defiende que las diferencias entre el hombre y la
mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden
a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones
meramente culturales y convencionales, hechas según los roles y
estereotipos
que cada sociedad asigna a los sexos.
Volviendo
a lo que nos compete, e intentando echar luz a tanta oscuridad y
confusión, podemos citar las ejemplificadoras palabras del Papa
Benedicto XVI:
” …con
la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso
de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo
que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se
convierte en un dios para sí mismo.
Muchas
teorías y fenómenos de la ciencia son difíciles de comprender, y
requieren de un estudio profundo para su interpretación, aunque en
este caso no se trata de complejidad, sino de un extenso relativismo
y una gran cuota de confusión deliberada. La ciencia no admite dejar
todo a la libre consideración de cada individuo. Es en este punto
donde vale la aclaración siguiente: dónde hay ideología, no hay
ciencia. Y justamente, la ideología de género es un claro ejemplo
dónde la falta de razonamiento e inexistente comprobación, nos
sitúa con la suficiente fuerza de catalogarla como una corriente de
pensamiento ilegítima y acientífica.
En
próximas ediciones seguiremos analizando sus postulados e
intentaremos conocer por qué esta ideología es la “madre de todas
las batallas”, incluido el aborto, la eutanasia, la redefinición
de matrimonio y la ideología LGBT.
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