A
500 años de la Reforma Protestante, ó, a mejor decir, de la
Revolución Protestante, en el Vaticano, y desde allí a todo el orbe
católico, se apoya e incentiva a la celebración del Cisma más
grande en toda la historia de la Iglesia. Apoya el Vaticano y anima a
celebrar al heresiarca por antonomasia, Martín Lutero, a celebrar su
acérrimo ataque a Dios, a Su Iglesia, al Santo Sacrificio de la
Misa, a Su Madre la Santa Virgen María, al Papa, a Sus Santos, y a
todos aquellos que por Cristo y Su Iglesia afirmaron y confirmaron su
amor y fe firmando con sangre.
Aquellas
ciudades a las cuales el Protestantismo sometió bajo su aberrante
rostro y pestilente plana sufrieron en carne propia la soberbia y el
odio que éste aun hoy destila. A todo Fiel Católico, a fuerza de
ejecución y tortura, se lo sometió a punto tal de verse así
impelido a abandonar sus tierras o a convertirse al Protestantismo. A
modo de ejemplo, vaya lo que se da en llamar, “La Conquista de
Irlanda”, genocidio éste de los más importantes. Al comenzar
Enrique VIII su persecución contra la católica Irlanda, existían
más de mil Monjes Dominicos, de los cuales solo dos sobrevivieron.
Así se desató una guerra que duraría siglos entre protestantes y
católicos.
Año
es este en el cual se cumplen 500 años del Cisma. Año en el que a
la par, en lugar de volver a condenar la Herejía Protestante con
renovada fuerza, se la “Concelebra”, en clara unión entre el
Clero y la Secta Protestante, en varias Parroquias de Argentina.
Así
decía Martín Lutero:
“Cuando
hayamos aniquilado la Misa, habremos aniquilado el Papado en su
totalidad. Porque es sobre la Misa, como sobre una roca, que el
Papado se apoya con sus Monasterios, sus Obispados, sus Colegios, sus
Altares, sus Ministros, y sus Doctrinas. Todo esto se derrumbará
necesariamente cuando sea derribada su Misa Sacrílega y Abominable.” (Libelo contra Enrique VIII - Heresiarca Martín Lutero).
Así
decía San Francisco de Sales:
“Con
los herejes: con quienes propagan herejías contra la religión
católica, hay que ser fuertes y no permitir que se les apoye ni se
les alabe, porque el mal que pueden hacer es muy grande.”
A
lo cual, y de manos de éste gran Santo, concluimos que, ó se está
con la Doctrina, ó se está en contra de la misma. Aquellos que
pretendan apelar a la “Libertad Religiosa”, al “Ecumenismo”,
o a cualquier figura conceptual hija del actual y reinante
relativismo, sepa que Cristo Es Uno, Su Iglesia y Doctrina son Una, y
no admiten por tanto, adornos y disfraces, no existe aquello que dan
en llamar “Estrategia”, no existe término medio; abomina Dios de
todo esto y por su boca lo vomitará. Se está con Dios o contra
Dios.
El
Sacrosanto Concilio de Trento condenó el Protestantismo y hoy es
aceptado y sobre todo “Celebrado”
por quien fue nombrado Vicario de Cristo, el Papa Francisco I.
Esta
profanación de la Casa de Dios, llamada “Concelebración”,
es total responsabilidad del Papado y el Clero que lo permite a la
par que ataca a los Fieles
que defienden la Fe. Es hacer caso omiso de las atrocidades cometidas
por los luteranos, de las blasfemias e insultos a lo más sagrado, el
Cuerpo de Cristo; es celebrar las matanzas y el odio Luterano a la
Santa Iglesia.
A
día de hoy, aquella Iglesia que en un tiempo, abierta, clara, y
firmemente condenó a Martín
Lutero
y su Herejía Protestante, ha dejado de existir, así por tanto,
quien debiera ser luminaria para el mundo, ha dejado de serlo,
dejando abandonado y a la deriva a aquel rebaño sobre el
cual el mismo Cristo dió potestad.
Acéptese o no y a pesar de muchos, al Papa Francisco I le cabe la
máxima responsabilidad al respecto.
Con
Dios o contra Dios.
Somos
la Iglesia Clandestina.
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