¡Oh, Santísima Virgen María! ¡Señora Nuestra de Fátima! ¡Reina del Santísimo Rosario!
Tú, que elegiste a tres pastorcitos de la Península Hispana, para renovar el llamado divino al hombre a caminar hacia la santidad: ¡ayúdanos a ser humildes y a huir de la tibieza!
Infunde en nuestros corazones un firme deseo de luchar sin pausa contra el pecado;
de ayudar a nuestros pastores frente a las embestidas del maligno, evitando que, en esta difícil hora, caigan en la mundanidad, la desacralización, la pusilanimidad, la desesperanza;
de restaurar nuestra Patria y la Hispanidad toda, defendiendo la sacralidad de la Vida, y la Familia, como Dios ha querido;
de incrementar los lazos fraternos y solidarios con todos los hermanos en comunión con la Sede Petrina, tanto en la siembra como en la batalla;
y de proclamar al mundo entero las Verdades de la Santa Fe Católica.
Te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo, tu Amadísimo Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Tú, que elegiste a tres pastorcitos de la Península Hispana, para renovar el llamado divino al hombre a caminar hacia la santidad: ¡ayúdanos a ser humildes y a huir de la tibieza!
Infunde en nuestros corazones un firme deseo de luchar sin pausa contra el pecado;
de ayudar a nuestros pastores frente a las embestidas del maligno, evitando que, en esta difícil hora, caigan en la mundanidad, la desacralización, la pusilanimidad, la desesperanza;
de restaurar nuestra Patria y la Hispanidad toda, defendiendo la sacralidad de la Vida, y la Familia, como Dios ha querido;
de incrementar los lazos fraternos y solidarios con todos los hermanos en comunión con la Sede Petrina, tanto en la siembra como en la batalla;
y de proclamar al mundo entero las Verdades de la Santa Fe Católica.
Te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo, tu Amadísimo Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
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