24/1/13

EL SENTIDO CRISTIANO DE LA VIDA



El Profesor Jordán Bruno Genta es el autor de la conferencia cuyos párrafos más salientes reproducimos a continuación, y fueron pronunciados en la localidad argentina de Rosario, en la Provincia de Santa Fe, en el mes de agosto de 1972.El Profesor Genta fue el formador de más de una generación de hombres de armas que supieron darlo todo, hasta sus vidas, en la guerra contra la subversión marxista que se desató durante la segunda mitad de la década del ’70.La palabra esclarecida, valiente y enérgica del Profesor Genta fue una antorcha que iluminó el camino de la Verdad en tiempos donde muchos corren tras las fábulas. Su sangre (que derramara generosamente en aquella mañana del 27 de octubre de 1974, fiesta de Cristo Rey, cuando los subversivos al servicio del comunismo internacional lo asesinaron a la salida de Misa) refrendó, definitiva y virilmente, el testimonio de una vida que podría resumirse en una frase de San Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir ganancia” (Filipenses, I, 21).

23/1/13

LA CARIDAD ¿ALGO QUE FALTA?

 Tomado de San Agustín, Sermón a los fieles de la Iglesia de Cesarea.

3. Entonces -me dirá alguien-, ¿qué es lo que no tienen los que tienen todo esto? Tú dices: ¿tienen el bautismo? Sí, lo afirmo. Tú dices: ¿tienen la fe de Cristo? Sí, lo afirmo. Si tienen esto, ¿qué es lo que no tienen? ¿Qué es el bautismo? Un misterio. Escucha al Apóstol: Si conociera todos los misterios. Es mucho conocer todos los misterios de Dios; por muchos misterios que conozcamos, ¿quién los conoce todos? ¿Qué dice el Apóstol? Si conociera todos los misterios, si tuviera el don de profecía, y aún más, y toda la ciencia... -Pero habías hablado de la fe. Escucha todavía: Si tuviera toda la fe. Es difícil tener toda la fe, como es difícil conocer todos los misterios. Y ¿qué es lo que dice? Toda, como para trasladar montañas; si no tengo caridad, nada soy . Atended, hermanos, atended, os ruego, la voz del Apóstol y ved por qué buscamos a nuestros hermanos con tales trabajos y peligros. La caridad es la que los busca, la caridad que procede de nuestros corazones. Por amor de mis hermanos y compañeros, dice el salmo, hablaba sobre la paz a propósito de ti, dirigiéndose a la Jerusalén santa. Ved, pues, hermanos míos, lo que dice el Apóstol: Aunque tuviera todos los misterios, toda la ciencia, profecía y fe, ¿qué fe? -como para trasladar montañas-, si no tengo caridad, nada soy. No dijo: "Todo esto es nada", sino: Si no tengo caridad, nada soy.
¿Quién va a ser tan insensato que diga: "Los misterios no son nada"? ¿Quién tan demente que pueda decir: "La profecía no es nada, nada la ciencia y nada la fe?" No se dice que ellas no son nada, sino que siendo grandes como son, teniendo yo esos dones tan grandes, si no tengo caridad, nada soy. Grandes son ellas y yo tengo cosas grandes, y nada soy si no tengo caridad, mediante la cual me son provechosas las cosas grandes. En efecto, si no tengo caridad, pueden ellas estar presentes, pero no pueden aprovechar.


DE LA PERSECUCION RELIGIOSA EN MEXICO; UNA REFLEXION DE ANACLETO GONZALEZ FLORES

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SIEMPRE DE PIE
Por Anacleto Gonzalez Flores
Todos los que enarbolan la bandera de la revolución tienen que ser perseguidores, porque solamente así pueden trastornar las cosas, desconcertar los espíritus y esforzarse por transformar radicalmente con golpes de violencia lo que ha echado ondas y profundas raíces en el corazón, en el pensamiento y en las costumbres.
De aquí que la persecución, que en manos de los emperadores romanos fue un arma y un escudo para defender el Estado pagano, herido de muerte por el nuevo sistema predicado por los discípulos de Jesús, ha venido a ser en el largo período de revoluciones que han sacudido a las sociedades en los tres últimos siglos, un sistema de gobierno que hace de la ley y de la espada una máquina de guerra destinada a demoler todas las alturas que se opongan a la revolución. Por esto, a pesar de que los caudillos despliegan delante de las muchedumbres el lábaro de la libertad, los movimientos revolucionarios empiezan y acaban por ser una tergiversación de las palabras y una contradicción monstruosa en el mundo de los hechos. Las revoluciones tienen que chocar con la mole enorme que en el corazón de los pueblos, en lo profundo de sus entrañas, ha sido formada por las recias avenidas del tiempo, que es y ha sido siempre corriente impetuosa en que sobrenadan y flotan los sistemas, las ideas, los hechos, cosas todas que fundidas en el alma de las sociedades llegan a ser su patrimonio espiritual. Y como un pueblo no se improvisa ni se demuele en un instante, sino que se necesita el influjo lento y tardío de los siglos, es preciso someter a una tortura sangrienta, implacable y espantosa a los cuerpos y a los espíritus para ir por el camino de las innovaciones. Así se explica que las palabras que se dicen el día sombrío y borrascoso de las revoluciones pierdan su sentido y expresen ideas que están en abierta oposición con su verdadero significado.

LA DIGNIDAD HUMANA Y LA REVOLUCION CULTURAL



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Nunca antes en la historia se había insistido tanto en la dignidad humana como fundamento del ordenamiento jurídico y en la primacía de los derechos inalienables de la persona, pero también es cierto que nunca en la historia de la juridicidad como ahora se había olvidado el interés general como límite de ésta.
 
Se ha pretendido construir una doctrina personalista donde se caricaturiza su dignidad reduciéndola exclusivamente a la libertad y ésta a la ausencia de coacción,el deseo o el apetito sin limitación alguna sería fundamento del derecho, por tanto dentro de tan sui-generis personalismo la autonomía individual vendría a ser el único valor fundante del ordenamiento jurídico, sin importar la alteridad como elemento esencial del derecho o el cumplimiento del deber y menos el bien común.
 
El derecho a hacer valer como derecho cualquier acto del querer estatal o individual aunque a veces sea limitado por razones de utilidad, sería el absoluto relativismo: todos pueden hacer valer como derechos las cosas más extrañas, contradictorias e incluso absurdas; sin lugar a dudas tendríamos que concluir que la anarquía sería un derecho. Estamos abocados ante un inexorable envilecimiento so pretexto de la vigencia de un nuevo dogma o mejor de una utopía bautizada por algunos como el libre desarrollo de nuestra animalidad, perfecta caricatura del verdadero desarrollo de la personalidad que le propone al hombre liberarse incluso de su propia naturaleza, lo cual ha comportado un rápido proceso de disolución moral o de envilecimiento colectivo que si no se frena acaba perdiendo todo sentido el concepto clásico de libertad social como libertad dentro de un orden. Al final, vendrá la guerra de todos contra todos.
 
Lo anterior ¿no es acaso el sustento ideológico del derecho a la dosis personal, al suicidio, al aborto, a la unión homosexual, a la eutanasia, a la eugenesia, al incesto, a la maternidad incógnita, a la zoofilia, etc., reconocidos por diferentes tratados internacionales y por la gran mayoría de los ordenamientos jurídicos nacionales y justificados en nombre de los nuevos dogmas laicos?.
 
La tolerancia, el pluralismo y la no discriminación, a los que toda la sociedad está siendo conducida, ya fuere mediante los programas estatales implantados por el ministerio de educación  y de salud, o ya sea a través de las decisiones proferidas por la Corte Constitucional  en las sentencias que hacen relación al libre desarrollo de nuestra personalidad. Habiendo perdido el Estado su dimensión moral, se convierte en un claro promotor del desorden. Es una auténtica revolución cultural en la que el colegio donde estudian nuestros hijos, nuestras familias, la empresa donde trabajamos, la mentalidad, la política, la religión, la moral, el derecho, en síntesis toda nuestra vida deberá conformarse a esos postulados “políticamente correctos”. Con gran agudeza se lee en el prólogo del texto La Revolución Cultural, un “smog” que envenena a la familia chilena: “Sí, una revolución que penetra como un smog en todos los ambientes, contaminando gradualmente leyes y costumbres, corroyendo los principios, eliminando las nociones del bien y del mal e implantando una nueva moral atea y relativista y que además prepara el clima jurídico y publicitario para que se persiga a quienes le opongan alguna resistencia”,se trata de un programa de desconstrucción de los restos de la sociedad de inspiración cristiana, para imponer un modelo relativista en lo ideológico y amoral en las conductas, su fundamento doctrinario se encuentra en una peculiar interpretación de los derechos humanos, haciendo total abstracción de la enseñanza de la iglesia y de la índole cristiana de nuestro pueblo. Desde luego, todo lo anterior ejecutado por la dictadura de los tolerantes quienes están practicando una cirugía social de gran envergadura, cercenando la raíz cristiana de nuestra sociedad e imponiendo un pansexualismo freudiano demoledor de la familia y de todas nuestras tradiciones.
 
Sin tapujos, Rodolfo Llopis, diligente del PSOE, en los años de la II República española, reconoce la agenda que el socialismo ha diseñado sobre el tema:
 
“Para mí no hay revolución simplemente porque se lleve a efecto un cambio de régimen político. Ni siquiera hay revolución cuando junto al cambio político hay un cambio social. Para mí, el ciclo revolucionario no termina hasta que la revolución no se haga en las conciencias… hay que apoderarse del alma de los niños”.
 
Después vendría —hoy lo vivimos en nuestra política— lo que proponía el pensador italiano Antonio Gramsci: marxistizar al hombre interior sin violencia o derramamiento de sangre, no importa conquistar las calles y ciudades, lo que se debe conquistar es la mente de la sociedad civil, sobre todo en Hispanoamérica y en el sur de Europa, se deben deconstruir todos los hábitats, las costumbres y las instituciones sociales donde el catolicismo romano ha guiado más profundamente el pensamiento y las acciones de la generalidad de las poblaciones y eso se ha cumplido al pie de la letra, por los organismos estatales y judiciales mencionados.
 
Es necesario, en cumplimiento de los cometidos de la revolución cultural, alterar esa mente, convertirla en su opuesto en todos sus detalles, de manera que se convirtiera no simplemente en una mente no cristiana sino en una mente anticristiana. Tales metas se han logrado por medio de una revolución tranquila y anónima en nombre de la dignidad y de los derechos del hombre y en nombre de la autonomía y libertad con respecto a las restricciones exteriores.
 
La ideología de los derechos humanos que impera en la hora presente acaba impulsando la liberación absoluta del hombre, de toda clase de dominaciones y potestades, incluso las constitucionales. En su origen, el hombre liberal se independiza no sólo de los reyes y de los privilegios, sino básicamente de Dios, de su ley y de la religión, luego de los desigualdades materiales y en la hora presente buscan liberarnos de todo aquello que limite la autonomía, empezando por nuestro cuerpo, es la primacía del cuerpo individual, a que la razón ahora se somete. Hoy, los blancos favoritos de la revolución cultural no son los cuarteles militares o las instalaciones públicas, como otrora acontecía, hoy como ya se dijo, es el alma de los niños, en un trasbordo ideológico inadvertido que se produce de manera imperceptible en toda nuestra cultura. La toma del palacio de invierno decía el mismo Gramsci refiriéndose al poder político es lo último, antes deberá preceder la toma de la cultura, nuestro inefable Nicolás Gómez Dávila lo resume en una de sus extraordinarias sentencias doctas o escolios como popularmente se le conocen: “La revolución solo invade palacios previamente desertados”.

LA CATEQUESIS DE SAN JERONIMO SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS



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Dos signos espirituales y quince materiales del fin del mundo, según San Jerónimo
Nadie se lo creyó, pero dio mucho que hablar. Sin embargo, ese momento llegará algún día, y los Padres de la Iglesia no temían proclamarlo.
 C.L. ReL
Como era de prever, pasó el 21 de diciembre y el mundo sigue girando. No iban a saber los mayas lo que “ni el HIjo del Hombre sabe” [en cuanto hombre, sí obviamente como Dios] (Mt 24, 26). “No sabéis ni el día de la hora” (Mt 25, 13), insiste Jesucristo a sus discípulos, animándoles a velar para estar siempre preparados, como las vírgenes prudentes.
Pero al menos la famosa historia del calendario precolombino ha servido para poner de actualidad una realidad de la escatología de la que pocas veces se habla, a pesar de que ocupó cientos de páginas de los Padres de la Iglesia. Entre ellos, San Jerónimo (340-420), traductor de la Vulgata, la versión latina de las Sagradas Escrituras que goza del privilegio de la inerrancia teológica
A San Jerónimo de Estridón, dálmata de origen y fallecido en Belén, se le atribuye también (sin que las evidencias sean palmarias) la inspiración de las Profecías del fin de los tiempos, un texto de 1492 cuyo autor anónimo, presumiblemente el mismo que escribió el Ars moriendi [El arte de morir], remite a aquel Padre de la Iglesia el establecimiento de dos signos espirituales y quince materiales como prolegómenos del fin del mundo. También San Pedro Damián (1007-1072) había considerado la paternidad jerominiana de esta tradición.
Los signos espirituales
Entre los principales signos espirituales, y en él coinciden todos los Padres de la Iglesia y los teólogos, figura el enfriamiento de la caridad, incapaz ya de encender el corazón de los hombres. El autor compara la humanidad con un hombre que envejece y ve cómo se va apagando la llama del amor que un día lo mantenía vivo.
El segundo es el egoísmo convertido en dueño del mundo: la devoción o el sacrificio de sí mismo ya no tendrán sentido. El interés personal e inmediato se habrán convertido en ley universal.
Los quince días de San Jerónimo
Luego están los quince signos, uno por día, establecidos por el exégeta como precursores del final de los tiempos, y que Gonzalo de Berceo mismo reprodujo y comentó en una obra escrita en 1237.
A saber:
Primer día: elevación del nivel del mar, “quince codos por encima de las montañas“, según las citadas Profecías.
Segundo día: descenso del mar “y precipitación en los abismos hasta desaparecer de la vista“, para volver luego a su nivel.
Tercer día: el incontenible llanto de los animales, que surgirán de las aguas y parecerá que se enfrentan en la superficie de los mares, y se pelearán en los aires-
Cuarto día: arde el agua, cuando torrentes de fuego recorran el mundo de Occidente a Oriente.
Quinto día: las plantas sudan sangre.
Sexto día: se derrumban los edificios tras un espantoso temblor de tierra.
Séptimo día: se quiebran las piedras tras chocar entre sí, grandes y pequeñas.
Octavo día: todo cae a tierra y se derrumban las montañas.
Noveno día: la tierra se allan.
Décimo día: estampida enloquecida de los hombres.
Undécimo día: se abren los sepulcros para que los muertos vuelvan a la vida.
Duodécimo día: caída de los astros.
Décimo tercer día: triunfo absoluto de la muerte.
Décimo cuarto día: arden el cielo y la tierra.
Décimo quinto día: resurrección de los muertos.
“Dies irae, dies ille”: “Día de ira, el día aquel, que reducirá el mundo a cenizas”, dice el himno latino del siglo XIII, convertido en litúrgico. Ese día que no llegó este 21 de diciembre y no sabemos cuándo llegará, pero que tendrá una forma similar a ésta según -si es suya la inspiración del texto medieval- uno de los grandes autores cristianos.






HEREJIAS



Para Margot Kässmann ha llegado el momento de la reconciliación de católicos y protestantes.
A Margot Kässmann, ‘obispa’ luterana de la localidad alemana de Mannheim no le falta sentido de la anticipación: cinco años antes de que se cumpla -será el 31 de octubre de 2017- el quinto centenario de la publicación de las 95 tesis de Lutero, pide a Benedicto XVI que revoque la excomunión que aún pesa sobre el fundador del protestantismo. Una excomunión que se materializó a través de la bula ‘Decet Romanum Pontificem’, firmada por León X el 3 de enero de 1521.
Según escribe Mauro Faverzani en el último número de Corrispondenza Romana, Kässmann utiliza argumentos algo curiosos para fundamentar su petición. Uno de ellos es que ‘también lo piden católicos como Hans Küng’. La ‘obispa’, por ignorancia o por malicia -no se sabe-, no cae en la cuenta de que, desde 1979, pende sobre el teólogo Küng una sanción, decrertada por la Congregación para la Doctrina de la Fe, por sus reiteradas opiniones contrarias a la Doctrina y al Magisterio.
Asimismo, para Kässmann, los avances ecuménicos y el hecho de que católicos y protestantes asistan juntos a ceremonias con cada vez mayor frecuencia son motivos suficientes para que el 31 de octubre se produzca una reconciliación definitiva entre católicos y protestantes, “festajando juntos la comunión”. Que ya sean cinco los siglos que dura el cisma protestante no es un obstáculo para Kässmann: “En 1984, nadie previó la caída del Muro de Berlín”. Lo que hace decir a Faverzani, que los acontecimientos políticos, inmanentes por definición, no se pueden comparar con cuestiones teológicas trascendentes.
Más: Kässmann también pretende aprovechar la efeméride para dar a conocer el verdadero significado del 31 de octubre, que no es precisamente el de Halloween, fiesta de tintes satánicos. Faverzani: ‘que Lutero presentase sus tésis justo en ese día es una coincidencia que debería hacer reflexionar’.

MULTITUDINARIA MANIFESTACION A FAVOR DE LA FAMILIA TRADICIONAL EN FRANCIA



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(Foto: ABC.es)
PARÍS — Cientos de miles de opositores al matrimonio homosexual se manifestaron el domingo en París participando en una marcha que quiere ser una demostración de fuerza contra el proyecto de ley promovido por el gobierno del presidente François Hollande y que será sometido al Parlamento francés a fines de enero.
Unas 800.000 personas participaron en la manifestación, según los organizadores, que aficharon esa cifra en pantallas gigantes colocadas en la explanada de Champ de Mars, donde terminó la manifestación, constató la AFP.
Por su parte, la policía estimó en 340.000 el número de manifestantes, anunció la prefectura de París.
Los organizadores habían afirmado que “a partir de 200.000 o 300.000 personas” la manifestación sería considerada un éxito.
Tras la consigna “todos nacidos de un hombre y una mujer”, los manifestantes, que tienen el apoyo del principal partido de la oposición de derecha, la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y de la iglesia católica, marcharon desde tres puntos distintos de París para converger en la gran explanada de Champ-de-Mars.
Los manifestantes, entre ellos muchas familias con sus hijos, enarbolaban banderas rosas, color elegido por los organizadores, y pancartas en las que podía leerse, entre otras frases:“Todos guardianes del código civil“, “No hay óvulos en los testículos” o “dos vacas no hacen un ternero”.
El dirigente de la UMP Jean-François Copé, que participó en la manifestación, afirmó que ésta “tiene un valor de test para François Hollande”.
El arzobispo de París, monseñor André Vingt-Trois no participó en la marcha pero estuvo presente en uno de los puntos de partida de la misma para manifestar su “apoyo” y su “aliento” a los manifestantes.
“Quiero manifestar mi apoyo y mi aliento a los organizadores y a que los franceses puedan decir lo que piensan verdaderamente” sobre el matrimonio homosexual, dijo el obispo.
Por su parte, el arzobispo de Lyon (este), cardenal Philippe Barbarin, participó en la manifestación y afirmó que “cambiar el sentido de la palabra matrimonio es una gran violencia para el pueblo”.
“La manifestación será un éxito cuando el presidente nos reciba. Es necesario que él nos escuche, que suspenda el proyecto de ley y abra unos estados generales para informar a los franceses del cambio histórico sobre la filiación”, estimó una de las representantes de los organizadores, la humorista Frigide Barjot.
Ciento quince parlamentarios firmaron un llamamiento lanzado por Henri Guaino (UMP) en favor la organización de un referéndum sobre el matrimonio homosexual, según una lista publicada por el portal del periódico Journal du Dimanche.
El llamamiento de Copé a manifestar no es aprobado unánimemente en su partido. El ex primer ministro François Fillon no participó en la manifestación, pero aportó un respaldo a los opositores al matrimonio homosexual al exhortar a Hollande a “no imponer por la fuerza”un proyecto que “divide” al país.
En el Frente Nacional (extrema derecha) las posiciones tampoco son unánimes. Su vicepresidente Louis Alliot participó en la manifestación, pero su presidenta Marine Le Pen no lo hizo y sostuvo que el debate sobre el matrimonio homosexual es una “tentativa de distracción” de la clase política para que no se aborden los verdaderos problemas del país.
Pese a la manifestación, el gobierno socialista francés anunció de antemano que no retrocederá y que el proyecto será sometido al Parlamento el 29 de enero, como estaba previsto.
No obstante, los diputados socialistas trataron de calmar los ánimos al decidir el miércoles que no presentarán una enmienda destinada a abrir la procreación médicamente asistida a las parejas homosexuales.
Según los sondeos, los franceses son mayoritariamente favorables al matrimonio homosexual, pero respecto a la adopción por parte de los homosexuales la opinión pública está más dividida. Según la última encuesta del instituto LH2, 56% están en favor del matrimonio gay, pero sólo 50% son favorable a la adopción por las parejas homosexuales.

COMO UN SACERDOTE SE CONVIERTE EN MASON



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“En 1999 se publicó un libro anónimo en Italia intitulado Via col vento in Vaticano[tit. esp. El Vaticano contra Dios ] según el editor de la versión francesa,” vendría de un grupo de dignatarios del Vaticano llamado ‘Los Milenarios’ (Les Millénaires) quien decidieron romper la ley del silencio “. Se trata de una obra colectiva que describe diversos trastornos que afectan a la Santa Sede, los capítulos son de valor desigual y algunos hacen serias reservas. En el Capítulo 18, El humo de Satanás en el Vaticano, trata de la masonería y expone en cuatro páginas de gran interés, el proceso implementado para hacer que se afilien los prelados a la secta.
“Hay un verdadero noviciado para los sacerdotes que se unen a la orden masónica. Hay entre ellos una cierta clase de hombres en los que la masonería ve a los posibles colaboradores; deben poseer ciertas cualidades: aguda inteligencia, el deseo profundo de hacer una carrera, ambición, hermosura e imponente presencia física y la rostro agradable. Estas cualidades excelentes deben atraer la atención de los reclutadores.
Cuando un joven sacerdote cumple estos criterios (…), sólo faltan estímulos e iniciar el ataque con su auto-estima. “
 
El autor insiste en el carácter secreto de la operación, que es una condición indispensable de su éxito.
 
“La condición absoluta es que en esta primera fase, el candidato permanece en la ignorancia total de lo que se está formando en torno a él. La técnica requiere una revelación progresiva masónica, para que el asociado descubra el propósito de la sociedad secreta de forma gradual, de acuerdo con lo que sus superiores consideran como útil”.
 
El primer contacto ocurre de la manera más natural posible:
“Una invitación a una embajada requiere una celebración nacional, el encuentro inesperado con una persona que se dice que aprecian la amistad, un sacerdote que le pide algo, se muestra agradecido. Luego viene la fase de alabanza y adulación: “oh, eso es algo maravilloso, así que, por ejemplo, un ingenio! (…) Te mereces más, usted está perdiendo su tiempo … Pero, ¿por qué no darnos un capricho de una manera más familiar? ‘ (…) A continuación, entra en la fase de las perspectivas de futuro: “Conozco a un sacerdote, un cierto cardenal, algún embajador o un ministro (…) Voy a hablar inmediatamente con ellos, hablas como un hombre que merece mayores responsabilidades “(…).
En esta etapa, el autor se dá cuenta de inmediato si el interesado ha mordido el anzuelo “.
 
El proceso que acabamos de describir continuará por muchos años, siempre en secreto.
 
“Poco a poco, las promesas comienzan a hacerse realidad. El candidato preseleccionado se da cuenta de que no eran falsas promesas y cree en el deber de agradecer a su amigo, a quien considera su benefactor. En este momento, su carrera avanza sin encontrar ninguna dificultad. Brillantes posibilidades se abren ante él para el servicio de la Iglesia, en la que empieza a imaginar una posición que le quede bien.
 
Es exactamente en este momento, cuando, presa de la fiebre de la ambición y la vanidad, el sacerdote desprevenido tiene en la mano las pruebas de su rápido ascenso, que no ha comprendido, y cuando otras promociones a puestos superiores siguen apareciendo en el horizonte llega la etapa de las explicaciones. “
 
Explican dos cosas al candidato:
 
- Si su posición es tan brillante, se debió al apoyo de la orden masónica discreta y sus amigos;
 
- Él es libre de seguir trabajando con este fin, lo que garantizará la continuidad de su avance.
 
“En esta fase muy delicada, el sacerdote en crisis es quien decide lo que va a hacer, la elección. El deseo de seguir subiendo, el vértigo de saberse introducido en la corriente masónica, el temor de las revelaciones inevitables si se niega a cumplir, o, mejor dicho, el vacío que siente a su alrededor, la exhortación fraterna de algún dignatario a quien, como él mismo lo había hecho: en una palabra, todo termina por convencer al sacerdote a seguir el camino que otros comenzaron a dibujar sin su conocimiento.
Cuanto más alto se sitúa, más probable es su debilidad interna por temor a perder los altos cargos que se le permitió alcanzar. Un abismo llama otro. La persona busca una excusa para ello.
 
Muchos sacerdotes que han comprometido acaban finalmente por ceder y llegar a ser miembros del aparato masónico con la obligación de obedecer sus instrucciones.
 
“Por lo tanto, una vez infiltrados entre ellos en su medio Sacerdotal, el valiente novato masónico tiene como primer deber, parecer confiable manteniendo sus promesas y, si es necesario, en virtud de un mal día, actuar falsa e hipócritamente, como los mejores sacerdotes del lugar donde se infiltraron (…).
 
Hábilmente enganchado, el masón nuevo otra vez se convierte en un peón en el ámbito de actuación de la logia secreta y se suma a otros que ya han hecho su nido allí. Su ascenso puede continuar a partir de ahora sin trabas a la parte superior con la ayuda de otros“hermanos”.
 
Admirable proceso fundado en el secreto, que puede durar fácilmente durante diez años y sólo pueden ser ejecutadas por un personal disciplinado y bien entrenado … y paciente. Sin duda no sólo se utiliza en la curia, tanto en el mundo secular como en la Iglesia.
 
Dos observaciones generales deben hacerse en cuanto a lo que se dice acerca de la penetración masónica en la curia y el proceso que se utiliza para este propósito.
 
La presencia de los masones en puestos clave dentro de la Iglesia explica en gran medida las desviaciones en la doctrina y la disciplina de los últimos cuarenta años. Esto es particularmente claro en el caso de la reforma litúrgica.
 
En cuanto al proceso que hace a los sacerdotes masones, es muy importante entenderlo y darlo a conocer, porque, obviamente, pierde su eficacia cuando se descubre.
 
En conclusión, debemos estar en alerta ya que la cuestión masónica es una de las claves de la crisis actual, tanto política como religiosa. Y como dijo el Papa León XIII en su encíclica Humanum genus, es necesario “quitar la máscara de la masonería bajo la cual se esconde y mostrarla tal como es.”
Vamos a estar alertas y mantener la fe en la Iglesia, sabemos que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
“La Iglesia es realmente una sociedad sobrenatural, realmente santa, el cuerpo místico de Cristo, la esposa de Cristo – de una fidelidad intacta, a imagen de la Virgen María. Ella está en completa comunicación con Jesús en todos los siglos, sin excepción, hasta el fin del mundo. Eso y nada más. “
(Arnaud de Lassus, ¿Cómo el Prelado de la Iglesia se convierte en un masón?)

LA SAGRADA VOCACIÓN DEL MATRIMONIO EXIGE SERVIR A DIOS



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MES DE LA SAGRADA FAMILIA
Por Mons. Martin Dávila Gándara (SUPERIOR DE LA SOCIEDAD SACERDOTAL TRENTO)
Hoy en día, servir y cumplir la voluntad de Dios en la sagrada vocación del matrimonio es sumamente difícil, ya que esto equivale cumplir el fin y principal mandato que El Señor ha dado a los hombres en el matrimonio en representación de Adán y Eva: “Creced y multiplicaos”
Y si decimos que es difícil cumplir esta misión, es porque desde décadas atrás:  se ha ido cambiando, la mentalidad al hombre y a la mujer, trasplantándole como una segunda piel un egoísmo y un individualismo atroz, por medio del laicismo ateo y materialista que desde hace muchísimos años ha venido imperando en la educación y en las escuelas en el mundo.
La planificación familiar, el aborto, y la esterilización y castración actual para no tener hijos son algunas de las consecuencias lógicas de la filosofía materialista inculcada en nuestras escuelas del Estado por décadas de enseñanza laicista y que gradualmente y en mucho de los casos ingenuamente ha sido puesta en práctica por una buena parte de los matrimonios.
Si el hombre no es más que un compuesto de elementos químicos, si la vida consiste únicamente de materia moldeada en forma más complicada, si el libre albedrio y el pensamiento no son más que oscilaciones de las moléculas del cerebro, si no hay alma, ni vida futura, ni Dios, entonces bien se puede comprender el ruin concepto que los materialistas tienen de la vida humana, y la razón de eliminar a cuantos hayan agotado su utilidad y energía.
En 1974 del siglo pasado en la Conferencia de Población de Bucarest los Organismos Internacionales han planeado y han buscado como su principal objetivo: Reducir la población actual hasta 50%, exterminando en los siguientes años al mayor número de personas mediante el control de población y la planificación familiar.
 Las estrategias de tan perverso plan serían: aprobación del aborto y la anticoncepción, control mundial de las enfermedades y la sanidad, difusión del hambre y la pobreza, favorecimiento de las guerras, control de los recursos naturales, fomento de la homosexualidad, control de los medios de comunicación y de la educación sexual en la escuela, ataque a la Iglesia Católica y los grupos que defiendan la vida, la educación y la familia.
 Y este siniestro plan se vino reglamentado, en 1994, en la V Conferencia mundial del Cairo. Allí se promulgan los derechos reproductivos que permiten destruir vidas mediante el aborto, la anticoncepción y una vida sexual desordenada.
 Los esposos que están en edad de procrear, y que quieren hacer la voluntad de Dios cumpliendo la misión que Él, les ha impuesto, no solamente tienen que luchar contra estas corrientes y fuerzas malignas que gobiernan este mundo, sino también contra sus propias familias, y vemos que las propias madres o suegras o tías, los presionan con frases como esta, para que traen tantos hijos ha sufrir a esta vida, no sean tontos la familia pequeña vive mejor etc.
 Pero ante todo esto, los buenos esposos católicos  y las personas sencillas y comunes, deben de ser sensatos y pensar y reflexionar por si solos, y cuestionarse su estancia en este mundo.
 Y una de las preguntas que tanto se hace el ser humano es: ¿Por qué estamos en este mundo? Y la fe nos contesta: El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios en este mundo.
 La meditación y la reflexión del fin del hombre es de tal importancia que se hace necesario, para nosotros recordar repetidas veces, las verdades que nos son indispensables para conformar nuestra vida con los dictámenes de Dios.
Ya que si llegamos a quedar penetrados de que somos de Dios y de que a El se lo debemos todo, entonces nuestra vida será buena y santa.
Decimos, que el hombre ante todo fue creado para servir a Dios: ya que El es Nuestro Señor y nosotros sus siervos.
Este servicio debe de consistir: en observar sus mandamientos, en obedecer a su Iglesia, en escuchar la voz de nuestra conciencia, en respetar a nuestros padres y superiores, en aceptar los males que Dios permite, y sobre todo en cumplir con la vocación a la cual hemos sido llamados, puesto que de ahí depende en gran parte el que se cumplan los designios que Dios tenga sobre nosotros.
Servir a Dios es  uno de los fines principales de la vocación sagrada del matrimonio. Volúmenes enteros de comentarios a las Sagradas Escrituras, las enseñanzas de los primeros padres de la Iglesia y los argumentos de los teólogos, nos aducen y demuestran que Dios, al crear al hombre y la mujer, se propuso, ante todo, asegurar la perpetuación de la humanidad.
Es por eso, que Dios da, Su primer mandamiento de “Creced y multiplicaos” a nuestros primeros padres Adán y a Eva. Y por lo mismo,  S. Pablo ha dicho que la mujer se salvará por la maternidad, y esta declaración se aplica al hombre con igual vigor. La misma palabramatrimonio se deriva de matris y  monium, que significan el oficio y la función de la maternidad.
Por lo tanto, toda la ventura del matrimonio depende de que se reconozca que su finalidad es el nacimiento y la crianza de los hijos. Admitiendo este propósito como propio, se acepta uno de los mayores dones de Nuestro Señor, ya que se comparte Su poder creador y redentor con la procreación de los hijos.
Cuando los esposos engendran un hijo es fácil que contemplen este maravilloso acontecimiento sin reflexionar. No obstante, recordemos cuando Adán y Eva fueron levantados del limo de la tierra, los cielos proclamaron la gloria de Dios. Si el cielo,  todavía se regocija con el nacimiento de un ser humano, ¿por qué no ustedes?
Ya que se les permite colaborar en la magnifica obra de la creación cada vez que realizan los actos a propósito para la generación de una nueva vida humana. Y cada hijo que Dios les concede es para que lo traten como manda Cristo. Es por eso que ustedes esposos son el primer maestro de sus hijos y también su santificador, y por lo mismo,  su hogar debe llegar a ser como un pequeño santuario.
La tarea que Dios quiere que realicen en el matrimonio es tan santa que, como católicos, deberían estar con ansia reverente para realizarla, de la misma manera que el sacerdote ansía cumplir la labor prescrita por las Sagradas Órdenes.
Todos los católicos miran con veneración la vocación sacerdotal y tratan con respeto al sacerdote.
Algunos deberes sacerdotales pueden atraer menos que otros a un aspirante a las Sagradas Órdenes y,  no obstante, acepta todas sus obligaciones como parte integrante de su misión.
Supongamos que el acto de confesar a los fieles no fuese de su gusto y que después de ordenarse se negase a cumplir con esta fase de su misión. Lógicamente, esto produciría nuestra sorpresa. Y cabría pensar que un hombre así carecería de los ideales esenciales al estado de vida sacerdotal.
Y por tanto no se entregaría en cuerpo y alma al sacerdocio; y por lo mismo no aplicaría completamente en la vida diaria los ideales de Cristo. y entraría en su vocación careciendo de verdadero ánimo para cargar con sus responsabilidades y su estado mental daría por resultado una tragedia para sí y un perjuicio para la Iglesia y los fieles.
¿No cabría sacar la misma conclusión respecto del hombre y de la mujer que se acercasen al sacramento del matrimonio habiendo resuelto de antemano que tendrán un hijo solamente después de unos cuantos años o queriendo limitar su prole a dos o tres hijos? ¿Qué diríamos de quienes aceptan en su fuero interno el matrimonio mientras no presente demasiados problemas, mientras el esposo se comporte bien o mientras la esposa siga siendo atractiva, teniendo en la mente, como única alternativa, la separación o el divorcio?
Igualmente estos esposos tratan de evadirse, de reformar las leyes divinas para eludir sus deberes, pero sin dejar de aprovecharse de los privilegios.
Que el matrimonio sea duradero y feliz, depende únicamente de la capacidad de sacrificio y abnegación de  ambos contrayentes  en aras de los ideales de su vocación.
Un sacerdote es tanto más feliz cuanto más enteramente se entrega, con abnegación y sin condiciones, a la misión que le imponen las Sagradas Órdenes. Análogamente, un matrimonio es tanto más feliz cuanto más abnegadamente se dedica y entregan, no sólo el uno al otro al cien por cien, sino a los fines del matrimonio, siendo el principal la procreación.
¿Qué provecho tendrá una pareja que goce de su compañía conyugal si, por egoísmo, contribuye poco o nada al Reino de Dios o la humanidad?
Ya que, con ese egoísmo, ya no están valorando que Dios mismo ha convertido al hombre en participe y compañero en la  procreación y en la difusión de la vida, para volver a crear cada día ese milagro que está encerrado en cada niño que nace.
Y por lo mismo, ya no considera a la vida como un don espléndido de Dios, una realidad sagrada confiada a su responsabilidad y a su amorosa custodia, y a su veneración. Ahora busca y se afana en programar, controlar, dominar el nacimiento y la muerte, incapaz de dejarse interrogar acerca del sentido más auténtico de su existencia.
Deben esposos, recordar que en mucho de los casos, la planificación familiar, el aborto, la esterilización y castración para no tener hijos está basada en un concepto erróneo de la vida; en un sistema según el cual el placer, y únicamente el placer, es la ley suprema y objeto de ella. Empero el fin del hombre sobre la tierra no es el placer, sino conocer, amar y servir a Dios en esta vida, y si cumple con este fin,serán felices con El en la otra vida.
El misterio grande e inefable de la vida y de su sentido no recibe respuesta sino al interior de la dimensión sagrada y trascendente del hombre. La vida del hombre no puede recibir plenitud del sentido sino en Dios. Es por eso que debemos de recordar que Dios solamente es el Señor Supremo de todas las cosas,  el Dueño de la vida y muerte, y el hombre depende esencialmente y en todo su ser de su Creador. “Ora, pues, vivamos, ora muramos, del Señor somos.” dice S. Pablo (Rom. XIV, 8.)
La vida viene a nuestro cuerpo con el alma. Ahora bien, ni nosotros mismos, ni otro ser humano es el autor de nuestra alma y de nuestra vida. Dios sólo puede criar el alma, y por consiguiente El sólo es el dueño de nuestra vida.
Más Dios no es únicamente nuestro Creador, sino también nuestro Último Fin y tiene el derecho de exigir que tendamos hacia El, haciendo uso de los medios que El nos ha suministrado. Nuestro período de vida y el de probación son medios que El ha determinado, los cuales no estamos en libertad de abreviar o de eliminar.
Ahora bien, hoy en día hay madres católicas que están sufriendo terribles tentaciones por la presiones de esta humanidad egoísta y hedonista. Si éstas tienen uno o dos hijos y si están esperando uno más, los médicos y enfermeras les ponen un panorama terrible, diciéndoles que aborten, ya que ese niño puede tener problemas cromosómicos, que para qué trae a la vida un niño así, y después de este panorama nada alentador, las presiones siguen de parte de éstos, exigiéndoles que se operen y no tengan más hijos, ya que el siguiente embarazo les puede costar la vida y que sería irresponsable otro embarazo.
Estas madres atribuladas deben de reflexionar, que el sufrimiento es una de las pruebas importantes en este mundo y que nos hace idóneos para labrar nuestro destino. Si no fuera por las pruebas y tribulaciones, muchos apenas se acordarían de la vida futura y de su fin verdadero.
Los padecimientos nos hacen recordar que no tenemos aquí una “ciudad permanente” sino que aspiramos a una que está por venir. Además, son los sufrimientos ocasión de ejercer las virtudes de paciencia, resignación, confianza y desprendimiento de los bienes temporales. Son un medio muy eficaz para purgar nuestras culpas y merecer la eterna bienaventuranza. “Porque las aflicciones tan breves y tan ligeras de la vida presente,” dice S. Pablo, “nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria.” (II Cor. IV, 17.) Y añade el Apóstol que los sufrimientos de este mundo no son para compararse con la gloria que nos está prometida. Seremos glorificados con Cristo solamente si padecemos con El.
Por último, los esposos que quieran andar su camino en la vida disfrutando de la plenitud  de la gracia, y se consagran al servicio de la gloria de Dios, y pasan por la vida mirando por las cosas que los llevan al cielo y llevan animosamente su cruz a cuestas. Y saben que, sean cuales fueren las adversidades que los asalten, Dios está con ellos. Y cada uno ve a Dios en el otro y en sus hijos y aprovecha la oportunidad de servir a Dios cotidianamente, en maneras diversas, en tareas ordinarias.
Puede decirse que estos esposos, realmente se han consagrado a sí mismos al Eterno Dios.
Gran parte de este escrito fue tomado del libro Manual del Matrimonio Católico del Rev. Padre George A. Kelly.
Sinceramente en Cristo

LAICOS

Un tema que debe ser uno de los pilares de la espiritualidad laical. Está contenido dentro del capítulo IV de la Lumen Gentium (que venimos meditando). Luego de dar una visión acerca de lo que es laico en sí y su relación con la jerarquía, el Concilio se detiene a reflexionar sobre la participación que tienen en la triple dimensión del ministerio de Jesús. A cada una le dedica un punto especial. Recordemos el N° 34, que es el que nos interesa hoy: "Dado que Cristo Jesús, supremo y eterno Sacerdote, quiere continuar su testimonio y su servicio por medio de los laicos, los vivifica con su Espíritu y los impulsa sin cesar a toda obra buena y perfecta. Pues a quienes asocia íntimamente a su vida y a su misión, también les hace partícipes de su oficio sacerdotal con el fin de que ejerzan el culto espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por lo cual los laicos, en cuanto consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, son admirablemente llamados y dotados, para que en ellos se produzcan siempre los más ubérrimos frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el descanso de alma y de cuerpo, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1 P 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto con la oblación del cuerpo del Señor. De este modo, también los laicos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, consagran el mundo mismo a Dios." Se recuerdan aquí los elementos que había referido para todo el Pueblo de Dios sobre la condición de pertenencia al Pueblo Sacerdotal (LG 10 y 11 que meditamos aquí). Hace referencia a un sacerdocio que nace de la unción del Santo Espíritu, al cual referencia cuatro veces: "los vivifica con su Espíritu"; "ungidos por el Espíritu Santo";  "si son hechos en el Espíritu"; " que en ellos se produzcan siempre los más ubérrimos frutos del Espíritu". De este actuar "ungido" surge la "consagración del mundo". Una expresión que debemos entender bien. Les comparto la explicación que diera el Papa Pablo VI en la Audiencia del 30 de abril de 1969. El original está en francés e italiano. Vía google, esta es la traducción (si hay errores me avisan desde los comentarios y los corrijo): Todavía hablamos del Concilio, todavía tenemos que hablar mucho. Nuestro tiempo está marcado por este acontecimiento. Nuestras alusiones frecuentes a lo que dice no será aburrido para ustedes, ya que afecta a la vida de la Iglesia. No fue sólo por el nuevo lenguaje que tiene el honor en la enseñanza doctrina cristiana. Nuevas expresiones, a pesar de que existían antes del Concilio , aunque se pueden encontrar en la literatura tradicional se convirtieron de uso común: han adquirido un  importante significado tanto para el pensamiento teológico como para la práctica cotidiana de nosotros los creyentes. Una de estas expresiones es "consecratio mundi", la consagración del mundo. Esta expresión tiene raíces lejanas, pero el Papa Pío XII tiene el mérito de haberla hecho particularmente expresiva en el campo del apostolado de los laicos. La encontramos en ese gran discurso del Papa pronunciado en el Segundo Congreso Mundial del Apostolado Laico, pero también él la había referido en otras oportunidades. Más explícitamente, el 5 de octubre de 1957, afirmó que lo esencial de la "consecratio mundi" es el trabajo de los laicos " que se insertan profundamente en la vida económica y social". Nosotros mismos hemos usado esta frase en nuestra carta pastoral de 1962 a la archidiócesis de Milán. Y la expresión se incrementa (una prueba más de la continuidad de la enseñanza de la Iglesia) en los documentos del Concilio : "Los laicos, dijo que la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, consagran a Dios el mundo mismo" ( LG 34; véase también 31, 35, 36; AA, 7; etc.). El significado de las palabras Para evaluar esta expresión se analizará el significado de tres palabras: consagración, mundo laicos. Estas son palabras ricas en contenido y no siempre se utilizan de manera unívoca. Aquí basta con recordar que consagración no significa la separación de una cosa de lo que es profano para reservarlo exclusivamente, o sobre todo, a la Divinidad. En un sentido más amplio, es la restauración de una relación Dios, en primer lugar, de acuerdo con las exigencias de la naturaleza de la cosa misma, al diseño deseado por Dios. Como mundo, queremos entender el conjunto de valores naturales y positivos que son del orden temporal, o, como se dice en el Concilio ( Gaudium et spes , 2): "toda la familia humana con el universo en el que ella vive. " Y con el término laico  ¿qué queremos decir? Ha habido grandes discusiones para especificar el sentido eclesial de esta palabra, para llegar a esta definición descriptiva: un laico es un fiel miembro del Pueblo de Dios, distinto de la Jerarquía (que está separada de las actividades temporales (cf. Hch 6 , 4) y preside la comunidad para dispensar los "misterios de Dios" (1 Cor 4, 1, 2 Co 6, 4),) y que tiene una relación con determinada época y con el mundo secular. La Iglesia y el compromiso de tiempo de los cristianos laicos Desde la simple consideración de estos términos parece surgir una dificultad: ¿cómo puede hoy pensarse en una consagración del mundo, cuando la Iglesia ha reconocido la autonomía del orden temporal, es decir, el mundo tal como es, con sus propios fines, sus propias leyes, sus propios recursos (cf. AA , 7, GS, 42, etc.)? Es bien conocido por todos la nueva posición tomada por la Iglesia con respecto a las realidades terrenas que poseen una naturaleza que tiene un orden en el contexto de la creación, su propósito en sí mismo, incluso si está sometido a el orden de la redención: el mundo es en sí mismo profano, separado de la concepción unitaria de la cristiandad medieval y es soberano en su campo, que abarca el mundo entero del hombre. ¿Cómo podemos entonces pensar en la consagración? ¿No es volver a una concepción sacral, clerical del mundo? Aquí está la respuesta, y aquí el concepto nuevo de gran importancia en el campo práctico. La Iglesia se compromete a reconocer el mundo como tal: libre, soberano, autónomo (en cierto sentido), autosuficiente, sin tratar de convertirlo en un instrumento para sus fines religiosos y menos aún por su poder de orden temporal. La Iglesia también reconoce, incluso para los fieles del laicado católico cuando actúan en el campo de la realidad temporal, una cierta emancipación: les da libertad de acción y su propia responsabilidad, confía en ellos. Pío XII habló también una "legítima laicidad del Estado" (AAS, 1958, p. 220). El Concilio recomienda a los pastores reconocer y promover "la dignidad y responsabilidad de los laicos" ( LG, 37), pero añadió, refiriéndose a los laicos, que “la vocación cristiana, por su misma naturaleza, es vocación al apostolado" (AA, 2). Y, si bien les permite esto (en efecto, les recomienda que las acciones en el mundo secular sean con perfecta observancia de los deberes que conlleva), les mandó tener en cuenta tres cosas (hablando muy empíricamente): el orden que corresponde a los valores naturales específicos para el mundo secular (cultural, profesional, técnica, política, etc.), la honestidad y la habilidad, podríamos decir, la competencia y la dedicación, el arte de desarrollar e implementar debidamente estos mismos valores. El laico católico debe ser, también en este sentido, un perfecto ciudadano del mundo, un elemento positivo y constructivo, un hombre digno de respeto y confianza, una persona que ama a su país y a la sociedad. Confiamos en que él siempre va a pensar así y esperamos que no ceda al conformismo de los movimientos perturbadores que atraviesan hoy en día, en muchos sentidos, el mundo moderno. La Primera Carta del Apóstol Pedro y algunas de páginas de Pablo (por ejemplo Romanos 13) merecen por muchos, que actúan como laicado católico, una meditación seria. Traer al mundo el fermento cristiano La otra influencia que la Iglesia, y no sólo los laicos pueden ejercer en el mundo secular, dejándolo como tal y al mismo tiempo honrarlo con una "consagración", es animarla con los principios cristianos. El Concilio nos da a entender que la animación es una consagración ( AA, 7; GS, 42). Si estos principios cristianos encuentran su sentido vertical  (que se refiere al supremo y último fin de la humanidad) son religiosos y sobrenaturales y la eficacia (que ahora se dice que es horizontal , que es terrenal) será la vitalidad inagotable, la sublimación de la vida humana como tal. El Concilio afirma, en este sentido, que "la interpenetración de la ciudad terrena y la celestial (...) ayudan a humanizar la familia del hombre y su historia" (GS, 40). Recuerda que los laicos "que desempeñan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a cristianizar el mundo, sino que además su vocación se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana"(GS, 43; AA, 2). Es en este sentido que la Iglesia, y especialmente del laicado católico, puede dar al mundo un nuevo grado de consagración. No aportando específicamente signos sagrados y religiosos (que en ciertas formas y circunstancias también son deseables), sino ordenándolo "en el ejercicio de la fe, esperanza y caridad" ( AA, 3) al reino de Dios: «Qui sic ministrat, Christo ministrat, chi così serve il prossimo, serve Cristo» (Quien así sirve, sirve a Cristo, quién sirve al prójimo, sirve a Cristo), dice una hermosa página de S. Agustín (In Io, Tracto 51, 12:.. PL 35, 1768). Es la santidad que irradia hacia el mundo y en el mundo. Es, de hecho, este el llamado de nuestro tiempo. Es la función de los laicos de llevar la Eucaristía al mundo, haciéndola presente en las mismas actividades cotidianas. Una bella oración dice así: Mi amado Padre, te ofrezco este día todas mis oraciones, trabajos, alegrías y sufrimientos, cada respiración, cada latido de mi corazón, cada pensamiento, todas mis acciones, en unión con Jesús en el Santo Sacrificio de la Misa que se celebra en todo el mundo, por medio del Espíritu Santo. Ruego al Espíritu Santo que esté conmigo cada segundo este día, para que me ilumine a realizar la voluntad del Padre y me llene con el fuego del amor de Dios. (Artículo publicado en Padre Fabián)