20/7/11

Imperio y vigencia de una moral hedonista. ¿Hacia dónde va la justicia?

Santa María del Buen Ayre                                  18 julio del 2011 del año de Nuestro Señor


“Porque quien vive unido a Dios,
hállase en la luz, más el que vive
adherido al siglo, está en tinieblas”

SAN ALBERTO MAGNO
 “La unión con Dios”


Ha transcurrido mucho tiempo desde que el debate moral ocupara los lugares más encumbrados del discurrir intelectual. Lejos estamos de aquellas grandes producciones literarias, donde el hombre parecía preocupado por la educación del ciudadano promedio. Así, un filósofo de la talla de Platón no temía afirmar, en su libro “La Republica”: “Por la educación alcanzamos la victoria”. Y, también, hemos de recordar a su más distinguido discípulo, el gran Aristóteles, que encontraba motivos suficientes para creer que era prioridad del hombre, el ejercitarse en las virtudes.

Excedería el marco del presente artículo, explicar cómo el estudio de la ética ha ido perdiendo espacio en la educación del ciudadano. Suficiente será sostener que, sentenciada a muerte la metafísica, la moral se transformaría en dato empírico sujeto a la racionalidad de las mentes más veleidosas. Poco después, el pensamiento positivista finiquita a la otrora condenada Ciencia. Y, en conclusión, lo moral se identificará con lo legal. Así, aniquilada la misma, en adelante el derecho será la regla con la que se juzgue lo bueno y malo de cada hecho cotidiano.

Una síntesis apretada que, sin duda, atraerá a los detractores del tema. Más, en dichas líneas, no pretendo convencer a los grandes estudiosos del tema. Simplemente, dejar  entrever que los resultados de aquel derrotero ideológico fueron los que nos condujeron a esta nueva “moral hedonista”, acomodada a los disolutos dictados de la Idea. Es aquí, donde la moral clásica se transformará, al decir de Maritain, “en una pura descripción de hechos morales, y tanto los valores como las normas se encontrarán, por ello mismo, relativizadas”. (Maritain, Jacques “Lecciones de filosofía moral” Ed. Club de lectores, Bs.As.1981, pag. 13).

Actualmente, y como puede colegirse del cotidiano trajinar social, el fracaso de esta justicia legal ha sido rotundo. Ella misma manifiesta su incapacidad en todos los ámbitos donde intenta hacerse presente. Mientras tanto, algunos de nuestros más “distinguidos juristas”, (taumaturgos… ¡si los hay en nuestra Argentina!) tientan novedosas y mágicas soluciones  proponiendo, por ejemplo, la abolición del sistema penal. ¿Hacía donde va una justicia que busca su fundamento en vacuas y corruptas raíces? ¿Dónde puede descansar sino en los miasmas que, ella misma, ha generado?

Frente a un sistema legal impotente, el legado de pasadas y absurdas enseñanzas, arroja resultados concluyentes. Así, teniendo presente dicho fracaso, habrá que afirmar que el hombre actual ha echado mano a una moral “ajustada al momento”. En el vértigo, producido por la escasez temporal, las respuestas impulsan a una mayor eficacia. No hay tiempo para cuestionarse. Ni silencios para arrodillarse. La moral, en su concepto más clásico, invita al hombre a salir de sí. Empero, tamaña aventura, demanda demasiadas exigencias. Dentro de esta “moral particular”, el hombre rehúye de su interioridad. Cabe preguntarse: ¿Hacía donde va la justicia?  Lejos… Bien lejos, de una Verdadera Moral.

Juan Damasceno

Acción Nacional Católica
Movimiento Nacionalista La Barbarie
Comando Restaurador Nacionalista
Comando Alejandro Heredia San Miguel de Tucumán

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