El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, volvió a quedar en el centro de la polémica. Ayer publicó una extensa crítica de la películaLlámame por tu nombre, dirigida por el italiano Luca Guadagnino.
El film, que está basado en la novela del autor egipcio André Aciman, relata la historia de amor de un adolescente italiano con un asistente de investigación estadounidense. Aguer, quien hizo declaraciones polémicas sobre los gays durante los últimos años, sorprendió ayer con un texto en el que analiza la película, ganadora de un premio Oscar a mejor guion adaptado. La crítica fue publicada en el diario El Día, de La Plata.
Aguer señala que "la morosidad romántica, que alarga desmedidamente la película, ofrece al espectador instancias intermedias de la creciente cercanía de los dos varones". Luego se centra en una escena de la película y afirma que en ese punto "se ostenta delicadamente, paso a paso, la naturalidad de lo antinatural".
"En la escena que considero central y a la que ya he aludido, se replican, pero en acción, los desnudos de Praxíteles. Siempre sin violencia alguna, con "naturalidad"; la seducción que se verifica entre los protagonistas parece destinada a embargar el ánimo del espectador", apunta.
Tras cerrar el análisis, Aguer concluye que en la película se invirtió mucho "dinero" en "hacer pasar por natural lo que no lo es". "La producción de Llámame por tu nombre debe haber sido costosísima. ¿Cómo se ha de recuperar la inversión? En la función a la que asistí éramos seis espectadores, y en el caso anterior, el del año pasado, solamente dos. Tengo una sospecha: hay gente, y dinero, empeñados en hacer pasar por natural lo que no lo es, comprometidos en la estafa a la verdad", remarcó.
Y agregó: "¡Apta para mayores de 13 años, dice el cartel! Es verdad que cualquier chico tiene a su alcance, con su telefonito, toda la basura del mundo, pero si la autoridad encargada de la calificación considera que lo que yo he visto, una vista muy bella y por eso más dañina, resulta adecuada para que con ella se intoxiquen los adolescentes o los niños, el Estado se suma al complejo circuito de desnaturalización de la naturaleza, de la elegante promoción de la mentira. ¿Quién maneja el conjunto? El Padre de la mentira. Es más que una sospecha; no me cabe duda".
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