24/9/16

LA REVOLUCIÓN NACIONAL SEGÚN "EL GALLEGO" ÁLVAREZ


Ya a principios de la década del ’50 la Argentina se había convertido en el problema principal de las potencias que estaban construyendo lo que hoy conocemos como la “sinarquía”. Es decir, los herederos del pacto de Yalta y los ejecutores, tanto del pacto como del resto de las secuelas a las que el pacto condujo. Vieron un peligro grave, mucho más que la Revolución Nacional en tanto revolución económica, social o política, sino en tanto lo que fue verdaderamente: una revolución cultural.

Una revolución cultural no es como lo piensan algunos que pululan por los estantes de las bibliotecas y las librerías, sobre todo, hablando de estas cosas. Aquí no se trata de hablar de los pintores, de los escultores, de los poetas o de los músicos, ni menos aún de la ideología. Una revolución cultural es siempre un retorno a las fuentes y un retomar savia nueva de las raíces. La Revolución Nacional, como no podía ser de otra manera, afirmó por un lado y proyectó por otro nuestras propias raíces culturales hispánicas. Hispánicas quiere decir hispanoamericanas además. Porque no se puede comprender España sin América, ni América sin España. Esto es indesligable e insoslayable por otra parte. Y esta revitalización de las raíces hispánicas implica esencialmente una política cristiana. Como es inevitable, si se es consecuente con el cristianismo, éste debió y debe enfrentarse, así lo hace y así lo hizo, con los paganos. Pero es que la sinarquía es pagana y el imperio es pagano o neopagano. Es pagano desde el punto de vista ideológico, teológico, de su práctica y desde el punto de vista de la forma en que su poder se extiende en el mundo. Es pagano y anticristiano por esencia, más allá de lo que digan, que no nos debe interesar. Lo que sí nos debe interesar son sus hechos, que es lo que conocemos. Y por sus hechos son anticristianos. Como tales, más que enemigos de los cristianos son enemigos de Cristo, de todo lo que Cristo representa. Son dijéramos antes, enemigos de Dios, antiteos.

Y la Revolución Nacional no puede ser otra cosa más que la afirmación en los hechos, en el corazón y en la práctica, de lo que Cristo es. No se trata de que sea un mero relator o recordador del cristianismo, no es tampoco el ritualismo, sino la práctica profunda, social, entera, del cristianismo tal cual es. Tal cual fue, tal cual es y tal cual va a ser.

Esta afirmación, que era la lucha cultural fundamental, esencial, iba negando una tras otra las premisas y los supuestos de la cultura del imperio. La Argentina, porque los “malos ejemplos” cunden, se había convertido en una amenaza universal. La Revolución Nacional, en ésta su dimensión de Revolución Cultural, que aún alienta viva entre nosotros, es el peligro que quieren conjurar.

Extracto del libro "Así se hizo Guardia de Hierro, la historia objetiva de una pasión" de Alejandro Francisco "El Gallego" Álvarez. 

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