Dios, Padre Misericordioso:
Tú, que le concediste a San Antonio Abad
la gracia de SABER DOMINARSE TAN PERFECTAMENTE A SÍ MISMO
y DEDICAR SU VIDA A LA ORACIÓN
y a HACER EL BIEN A LOS DEMÁS,
haz que también nosotros, con tu ayuda y protección,
no busquemos darle gusto a nuestro egoísmo,
sino que dediquemos nuestra vida
a amar a nuestro Dios y a servir a nuestros prójimos.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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