9/9/12

LA CIUDAD DEL HOMBRE


Estamos ante «un proceso en el cual los pueblos que han conocido y practicado el
mensaje cristiano han promovido una revolución contra este mensaje. Esta es la revolución
anticristiana. Cristo dijo: «buscad primero el reino de Dios». Y los pueblos cristianos le
contestan: «de ninguna manera, buscaremos primero nuestro bienestar. Edificaremos la
ciudad del hombre. Y he aquí que, desde hace casi cinco siglos, la europa cristiana ha
comenzado a volver sus espaldas al evangelio, a su propagación, y se ha dedicado a
empresas puramente materiales»14.
«El “buscad primero el reino de Dios”, no es una palabra vacía del señor. Es una ley
para los pueblos. Es una ley de la historia. Es una solución también para los pueblos y para
la historia que, cuando por infidelidad han caído en los abismos de la degradación,
encuentran su remedio en la palabra del señor. Logos quiere decir palabra. Y el mundo de
hoy, sobre todo el mundo que fue cristiano y ya no lo es. Necesita del soplo del logos, de la
palabra, que lo levante y le dé nueva vida [...] Sólo esta palabra puede salvarle»15.
La Iglesia lucha para conservar y perpetuar esta herencia cristiana. Es necesario
luchar contra enemigos poderosos, rompiendo los lazos de la muerte y venciendo a los
enemigos, del mismo modo que él lo hizo en el calvario. Los enemigos de hoy tratan de
destruir el ideal del individuo. Es una herejía intelectual que busca penetrar dentro de la
vida académica y universitaria, pues el enemigo ha aprendido la gran lección de la Iglesia
católica y sabe que si ellos pudieran moldear la mentalidad de la juventud de hoy,
controlarían los hombres del futuro. Nosotros no solamente anhelamos establecer los
principios cristianos en la vida del individuo; buscamos formar también una relación
internacional fundada en los principios divinos de justicia y caridad. La sociedad, como el
individuo, es obra de Dios y dependiente en su existencia del todopoderoso. El ignorar
este principio de la justicia ha dado lugar a la mayor amenaza de la paz mundial. La
igualdad está basada en la independencia; la independencia supone el derecho de cada
nación de controlar sus propios puntos internos, sin contraposición de nadie, igual se trate
de grandes potencias como de pequeños países.

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