ESTAMOS SUBIENDO A JERUSALEN
El mismo Jesús se declaró cabeza del Cuerpo místico del que nosotros
somos los miembros. Él es la vid; nosotros los sarmientos (Jn 15,5). Se
extendió sobre la prensa y se puso a pisarlo; nos dio así el vino para que
bebiéndolo, pudiéramos vivir de su vida y compartir sus sufrimientos. "El
que quiera hacer mi voluntad, que tome cada día su cruz. El que me sigue tiene
la luz de la vida. Soy el camino. Os di ejemplo con el fin de que vosotros
también hagáis, lo que yo hice por vosotros " (Lc 9,23; Jn 8,12; 14,6;
13,15). Y como sus discípulos no comprendían, que su camino debía ser un camino
de sufrimiento, se lo explicaba diciendo: "¿No hacía falta que Cristo
sufriera todo esto para entrar en su gloria?" (Lc 24,26)
Entonces el corazón de los discípulos ardía en su interior (v. 32). La Palabra de Dios los
inflamaba. Y cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como una llama
divina, para abrasarlos (Hch. 2), se sentían felices de sufrir desprecio y
persecución (Hch. 5,41), porque así se parecían al que los había precedido en
el camino del sufrimiento. Los profetas ya habían anunciado este camino de
sufrimiento de Cristo, y los discípulos comprendían por fin que no lo había
evitado. De la cena al suplicio de la cruz, pobreza y falta de comprensión
fueron su heredad.Había pasado su
vida enseñándoles a los hombres que la mirada de Dios en el sufrimiento, la
pobreza, la incomprensión humana, es diferente de la loca sabiduría del mundo
(1Co 1,20)... En la cruz está la
salvación. En la cruz está la victoria. Dios lo quiso así.
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