26/11/14

ISABEL I DE CASTILLA


Murió a los 53 años, el 26 de noviembre de 1504, en Medina del Campo (Valladolid, España), a causa de un cáncer de útero. Nació el 22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres (Ávila, España).

Al principio fue enterrada en el monasterio de San Francisco de la Alhambra (Granada), el 18 de diciembre de 1504, en una fosa simple como era su deseo. Poco después fue trasladada, junto a su marido Fernando, a la Capilla Real de Granada. Su sepulcro es una magnífica tumba (que fue profanada durante la invasión francesa de 1800), en el centro de la ciudad, construida por su nieto Carlos de Gante, rey de España con el título de Carlos I y más tarde emperador del Sacro Imperio romano, Carlos V.

Junto a ella se encuentran en la tumba su esposo Fernando II de Aragón, su hija Juana "La Loca" junto a su marido Felipe "El Hermoso". También están sepultados allí su nieto Miguel (hijo del rey Manuel I de Portugal, que murió poco antes de cumplir dos años de edad), y la madre de Miguel (la Infanta Isabel, hija mayor de los Reyes Católicos). 

Oración atribuida a Isabel "La Católica":

“Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y no saber luchar.
Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y poderte negar.
Yo te pido, Señor,
que en Tu grandeza
no te olvides de mí;
y me des con Tu amor
la fortaleza
para morir por Ti."

Testamento y Codicilo de la Reina (PRESIONE AQUÍ)

25/11/14

MARCHA ABORTISTA EN LA CATEDRAL METROPOLITANA


Este martes 25 de noviembre de 2014 se cernía una amenaza sobre la Catedral Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), con motivo de una nueva movilización por las calles porteñas de diversas organizaciones terroristas y subversivas marxistas, que el régimen “demon-crático” de desgobierno que padecemos considera “legales”.


Con total independencia de los acostumbrados planteos grotescos y antinaturales de tales hordas de salvajes y posesos, luego de la jornada, nuestra principal preocupación se centra en el –una vez más evidenciado- estado de adormecimiento de tantos millones de fieles católicos (incluyendo a varios miles que se autoproclaman “comprometidos” y “militantes”), quienes se limitan a observar la triste y decadente realidad desde los cómodos sillones de la indiferencia.

Duele tener que expresar que nuevamente la única agrupación que dijo “¡PRESENTE!” fue la Acción Nacional Católica, acompañada por amigos y algunos fieles católicos que se sumaron espontáneamente ante la noticia de la miserable afrenta de los sucios agentes del caos.

A estos últimos y sus cómplices en los desgobiernos nacional y citadino, sólo nos queda recordarles que nuestros supremos deberes con Dios y Su Santa Iglesia Católica, y con la Patria, están por encima de sus ridículos pseudoderechos contrarios a la Vida y el Orden Natural.

A nuestros hermanos en la Santa Fe y en la Patria, les renovamos la invitación a sumarse a esta trinchera de AMOR y SERVICIO DESINTERESADO por las más nobles causas.

¡VIVA CRISTO REY!

Acción Nacional Católica (ANC) de la Argentina

23/11/14

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY


Con la tradicional celebración de este domingo, dedicado a la realeza universal de Cristo, se cierra el ciclo dominical del presente año litúrgico, para dar lugar a la apertura de uno nuevo que tendrá lugar, Dios mediante, el primer domingo de Adviento próximo. Por lo demás, ello no supone ninguna novedad, ya que es lo que sucede cada año, si bien es preciso echar con frecuencia una mirada de conjunto que nos ayuda a captar el profundo significado de la disposición de las celebraciones litúrgicas. Como lo señalamos en el post anterior, el tono escatológico es el que impregna tanto las últimas semanas del tiempo ordinario (fiesta de Cristo Rey incluida), cuanto las primeras del Adviento, dominadas por la idea de la Segunda Venida del Señor.

Instituida como tal por el papa Pío XI en el año 1925, la solemnidad en cuestión (que se celebraba en el Vetus Ordo el último domingo de octubre) remite ciertamente a un período de la vida de la Iglesia marcado por el amplio desarrollo de la doctrina social y política en el magisterio pontificio, a la vez que el auge de movimientos como la Acción Católica, que con la energía de su testimonio y celo apostólico buscaron devolver a los valores cristianos su lugar correspondiente en la vida pública, gravemente amenazado a la sazón por la acción del laicismo imperante. No puede decirse que la situación haya cambiado sustancialmente desde aquel entonces, antes al contrario, dado el avance vertiginoso del proceso de secularización que se vive actualmente en Occidente. Ahora bien, no puede decirse lo mismo respecto de la pujanza social del catolicismo, a la que antes aludíamos, pues el retroceso en la vigencia de los valores tradicionales es inversamente proporcional a la difusión de la mentalidad liberal. Cabe preguntarse, ante este panorama, cuál es el sentido de continuar hablando de “realeza social” de Jesucristo, cuando asistimos a la progresiva instauración a nivel social y cultural de una mentalidad inmanentista cerrada.

Tenemos, ante todo, la interpretación del liberalismo católico, que se sale por la tangente al reducir la soberanía de Jesucristo a su dimensión espiritual, interior a las conciencias, sin ningún tipo de manifestación pública necesaria. Todo aquello es verdad, pero solo la mitad de esta, pues la tarea de la consagración del orden temporal a Dios resulta ineludible para todo católico, que no puede resignarse a limitar su condición de tal al fuero interno o privado. De ahí que una ausencia sistemática de testimonio público, convertida en principio de acción, no pueda decirse “católica”.

En el lado opuesto se encuentra la actitud, mucho menos frecuente, de quienes conciben la misión de Cristo y su Iglesia en términos de triunfo político mundano. Desde luego que apenas si existe hoy día algún resabio de esto que podríamos llamar “mesianismo temporal”, pero no debe olvidarse que un reproche inspirado en mentalidad semejante fue el que los judíos dirigieron a Cristo en su momento, y que los llevó a rechazar su mensaje. “No queremos que este reine sobre nosotros” (Lc. 19, 14), como dice veladamente el mismo Señor en una de sus parábolas, refiriéndose al endurecimiento de su pueblo para con Él.

El desarrollo de la imagen de Cristo como Rey se vio ciertamente alimentado con el correr de los siglos por elementos vinculados a la vida de los pueblos en particular, tal como se puede apreciar en múltiples representaciones iconográficas. Sin embargo, un sólido fundamento doctrinal, de raigambre incluso bíblica, permite hablar con toda propiedad de “Cristo Rey”, por lo mismo que nos referimos a Él como “Señor”, esto es, aquel que ejerce dominio sobre algo. Esta majestad y soberanía se insinúa, y se afirma aún explícitamente, muchas veces en el Nuevo Testamento, cuando de una forma u otra se exalta el poder de Cristo, o bien se alude a su regreso en gloria y majestad al fin de los tiempos. El mismo Señor, en la parábola de San Lucas antes citada, utiliza la imagen del Rey para significarse a Sí mismo.

Pero quizá la afirmación más categórica es aquella contenida hacia el final del evangelio de San Mateo, a saber, situada en el período que va de la Resurrección a la Ascensión: “Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra” (28, 18). El lenguaje es inequívoco, y no deja a lugar a las sutiles distinciones que buscan mermar la fuerza de su significado, que en todo caso debe exponerse con claridad, pues no menos cierto es que la misión de Nuestro Señor no fue primariamente temporal, sino solo en la medida en que ello estuviera exigido por la salvación de las almas que vino a rescatar, y por las que dio su Sangre.

“Cristo Rey” significa, entonces, que a Él debe subordinarse, y a Él debe estar ordenada, toda realidad según su propia naturaleza; “Cristo Rey” significa que “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4, 12); “Cristo Rey” significa, en fin, que “Él vendrá de nuevo con gloria, para juzgar a vivos y muertos; y su reino no tendrá fin”.

El grito de guerra que enciende la tierra: ¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!

15/11/14

LA ESCATOLOGÍA CRISTIANA


La cercanía de la solemnidad de Cristo Rey y del sagrado tiempo del Adviento dirige nuestra mirada hacia las realidades postreras de nuestra existencia y del Universo, conocidas precisamente con el nombre de novísimos (del latín novissimum, esto es, lo último) o postrimerías en el lenguaje de la teología católica tradicional; o bien, más modernamente, con el de escatología (de ésjaton, análogo al novissimum latino). Esta reflexión se halla dirigida incluso por la liturgia de estos días, en cierto modo, que en su Evangelio cotidiano trae a colación diversos pasajes alusivos, para terminar desarrollando, en las jornadas inmediatamente previas al comienzo del Adviento, el discurso escatológico del Señor, tal como está reproducido por el evangelista San Lucas.

Muerte, juicio, infierno, gloria: en estos cuatro términos se resume el contenido concreto de este capítulo de la doctrina católica, que gira precisamente en torno a ellos como ejes fundamentales. Desde luego que cada uno merece un cuidadoso desarrollo en particular, que aquí no podremos llevar a cabo, brevitatis causa; sin embargo,  ampliando la información brindada por los términos a secas, podemos decir que la muerte, entendida como separación del alma y el cuerpo, constituye el presupuesto necesario del juicio particular que recibe el alma de cada uno de parte de Dios, y que se resuelve finalmente, de acuerdo al estado de gracia o de pecado y los méritos concretos acumulados, en sentencia de recompensa eterna, que se identifica con la visión beatífica de Dios, o de condenación, igualmente eterna, por la separación definitiva de Dios y el sufrimiento de otros castigos anejos. Como realidad provisoria,  y destinada por tanto a desaparecer, tenemos el purgatorio, estadio de purificación previo a la visión beatífica que deben experimentar las almas de quienes mueren en gracia, mas no habiendo satisfecho enteramente por sus pecados. El juicio final, por último, que constituye la confirmación al fin de  los tiempos de la sentencia del juicio particular, tendrá como presupuesto a su vez la resurrección de la carne, esto es, la reunión de los cuerpos con sus almas respectivas para compartir su misma suerte eterna.

Como lo han señalado con lucidez numerosos pensadores católicos de fuste, quizá sean los pertenecientes a la escatología los artículos de la fe más silenciados en nuestro tiempo, que no sería equivocado calificar como la era de la inmanencia. El P. José María Iraburu, por citar solo un ejemplo, ha puesto de relieve el olvido en que incurre a este respecto el último Sínodo, que apenas si hace referencia a la cuestión; siendo esta quizá la menor de las deficiencias que se le pueden achacar, con todo. Lo cierto es que, tanto dentro como fuera de la Iglesia, la realidad de todo lo que se ubica más allá de la muerte, de suyo ineludible, ha devenido una suerte de tema tabú, que en el mejor de los casos es preciso ignorar, como si ello bastara para suprimir la verdad de lo que expresan.

En el trasfondo de semejante atmósfera intelectual no es difícil descubrir una auténtica crisis de fe, que se halla en la base del proceso unitario de secularización de la vida occidental, manifiesto en la impugnación de los símbolos que remiten a toda realidad trascendente. En lo que al tema en cuestión se refiere, al concepto de la muerte cristiana, con todo lo que en ella está implicado (cruz, sacramentos, oración por los difuntos, etc.) ha sucedido la vaga idea de una pueril despedida, que puede sugerir a lo sumo la posibilidad de un reencuentro no se sabe dónde, pero en todo caso seguramente feliz, sin referencia alguna a la calidad de la propia conducta ante Dios y ante los hombres. La filosofía de la eutanasia incluso, que encontró hace unos días su expresión extrema en el dramático caso de la joven norteamericana Brittany Maynard, da por sentada implícitamente la afirmación de que  “todo acaba aquí”.

Ante el reto que supone reconducir el propio discurso a su tenor original, en el seno de un mundo que desprecia hasta la noción misma de trascendencia, es preciso volver a la enseñanza de estos elementos fundamentales de la fe cristiana, en la medida en que lo que se halla en juego es la salvación de las almas, nada menos.

7/11/14

FRACASA PROYECTO DE LEY DE ABORTO EN EL CONGRESO ARGENTINO


Entre tantas que nos embargan el ánimo de tristeza, es bueno poder contar con una noticia buena en estos días, aunque más no sea de manera provisional. En efecto, el pasado martes 4 de noviembre fracasaron una vez más las tentativas de impulsar legislativamente en nuestro país la práctica del aborto, cuando después de cinco horas de debates y discursos, los diputados integrantes de la Comisión de Legislación Penal del Congreso de la Nación no dieron el quórum necesario al proyecto de aborto no punible, presentado en el recinto una vez más a instancias de la nefasta Campaña por el derecho al aborto.

Es de saber que, pese a la proliferación indiscriminada de esta práctica criminal a nivel clandestino (aunque en alguna ocasión ya avalada por la autoridad judicial), el aborto constituye aun hoy en Argentina un delito penal, sancionado por el respectivo Código en su artículo 86, si bien se lo considera “no punible” en solamente dos supuestos, a saber, en caso de riesgo de vida de la madre y de violación de mujer idiota. Por lo demás, tanto la Constitución Nacional, a través de los tratados internacionales a los que adhiere, como el Código Civil, incluso en su nueva versión, afirman explícitamente el comienzo de la existencia de la persona con la concepción, siendo la misma, por tanto, sujeto de derecho a partir de ese preciso momento.

Todo ello nos recuerda, sin duda, la ineficacia a que está condenado un sistema legislativo desde el momento en que se reduce a letra muerta, sea porque su aplicación no se urge debidamente, sea porque a su alrededor se difunde ampliamente una cultura de signo opuesto, en este caso abortista, que con las constantes reivindicaciones y exabruptos de sus líderes instala poco a poco un tema determinado en los medios y en la sociedad, para terminar imponiéndolo en la opinión pública, y, a través de ella, en la legislación. El mecanismo es de sobra conocido, ya que es lo que sucedió en cuestiones tales como la relativa a las uniones homosexuales, que en menos de veinte años pasaron de suscitar el repudio generalizado a una aceptación igualmente mayoritaria. Es de temer que algo así suceda aquí, en la medida en que las fuerzas del mal no cejan en su empeño (la diputada Victoria Donda insistió en que la Comisión despache el asunto a toda costa antes del 20 de noviembre, fecha límite para hacerlo), más por lo pronto es bueno celebrar este revés que se les ha proporcionado.

A este respecto, es necesario reconocer el mérito de las organizaciones pro-vida, en torno a las cuales se congregó, dentro y fuera del recinto, el núcleo de la resistencia al inicuo proyecto de marras. En efecto, no faltaron entre los expositores voces disonantes que, contrastando con el lamentable discurso de buena parte de los legisladores y otros oradores del mismo tenor, pusieron de relieve una vez más la verdad de la dignidad de la persona humana desde la concepción, la cual no puede ser sacrificada por ningún motivo, por dramático que sea. 

3/11/14

PROFANAN UNA IGLESIA EN OLAVARRÍA


(Infoeme/InfoCatólica) Nadie sale de su asombro al ver tanta violencia descargada contra una iglesia católica. Contra sus imágenes, sus símbolos, y los elementos que sólo tienen valor litúrgico.
Uno o más delincuentes, ingresaron durante la madrugada de este sábado por la parte trasera del templo de la Iglesia Fátima, destrozaron e incendiaron la sacristía y ya en el templo quemaron imágenes, rompieron toda la simbología católica y apilaron bancos con intención de que el incendio se propague aún más.
El hecho se produjo alrededor de las 5 de la mañana. Los bomberos trabajaron intensamente para extinguir el incendio intencionado declarado en el interior de la Iglesia. No se llevaron nada, pero tampoco dejaron nada en pie.
Nada detuvo a quienes provocaron el ataque. Rompieron mesas, sillas, vidrios, espejos, quemaron flores, salieron por el frente a calle 25 de mayo, dejando huellas dactilares en todos los picaportes y barandas, con manchas de sangre.
Algunos vecinos escucharon como ruidos a chapas, «me asomé pero no vi nada, la semana pasada me reventaron mi casa, entraron y se llevaron todo mientras dormíamos en el primer piso» dijo a infoeme uno de ellos.
El sacerdote, llorando desconsoladamente, recorría junto a mujeres que colaboran con la parroquia y no salían del asombro que provocaba tanto daño. Una señora ingresó tímidamente al edificio y se quebró.
Ya se hablaba de la suspensión de ceremonias de comunión y bautismos previstos para este fin de semana. Solo esperaban la llegada de los peritos que tendrán muchas pistas para levantar en el lugar. Pero Salaberry confirmó que este domingo a las 16 la comunidad va a celebrar una misa en la parroquia.
Mas tarde llegó el obispo Hugo Salaberry, coincidente con la fiscal Susana Alonso, el intendente José Eseverri, la senadora Carolina Szelagwoski (Frente Renovador), el concejal Ernesto Cladera (UNEN), la concejal Fernanda Araneo (UNEN), la jefa de Gabinete Margarita Arregui y el secretario de planificación Julio Frías.
Las primeras pericias indican que los delincuentes ingresaron por el patio lindero a la parroquia y empezaron desde la zona del altar hasta la puerta de ingreso a ocasionar destrozos.
La fiscal Susana Alonso comenzó a buscar cámaras de seguridad de la zona que pueden aportar datos sobre los posibles autores del hecho. También, le dijo a infoeme que hay rastros importantes que pueden aportar filiación del o los autores y que no existió robo de elementos a simple vista, confirmando la hipótesis que anticipó este medio que ingresaron solo con la intensión de provocar daño.
Cerca del mediodía de este sábado a medida que la gente se iba enterando de los daños provocados se acercaba para acompañar a la comunidad de Fátima.


Para ver más fotos de la profanación (PRESIONE AQUÍ)