29/6/14

DÍA DEL PAPA


“Y yo te digo: ‘Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo’.”
Evangelio según San Mateo 16, 18-19.

27/6/14

MAÑANA 28 DE JUNIO REZO DEL SANTO ROSARIO EN EL HOSPITAL ÁLVAREZ


El sábado 28 de junio a las 17 hs. nos reuniremos a rezar el Santo Rosario, en la puerta del Hospital Teodoro Álvarez (Aranguren 2701, Buenos Aires).

+ Por el eterno descanso de “Esperanza”, la niña por nacer -de seis meses de gestación- ASESINADA en ese supuesto centro de salud, y de todos los niños por nacer víctimas mortales del aborto.
+ Por la conversión de sus ASESINOS (incluyendo entre ellos -claro está- a los responsables del poder político y judicial de la Argentina).
+ Por la abolición del ASESINATO de los niños por nacer.

TRAÉ TU ROSARIO, TU VELA, TU PANCARTA, TU BANDERA, TU CRUZ, TU FE.

¡NO ES TU CUERPO; NO ES TU ELECCIÓN! ABORTO ES ASESINATO.

#RosarioxEsperanza 

Acción Nacional Católica (ANC) de la Argentina.

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26/6/14

APOYO A MONSEÑOR AGUER


A esta altura, ya todos conocemos el suceso acaecido semanas atrás en la catedral de La Plata, cuando un grupo de individuos ingresó al templo mayor de la ciudad para la filmación de un video musical, en el que una mujer (la “artista”, digamos), realiza junto a su compañero/a gestos degradantes e injuriosos, alusivos, desde luego, a las realidades sagradas. El escandaloso video, como lo señaló en su homilía de Corpus Christi el arzobispo platense, Mons. Aguer, estaba destinado aparentemente a ser reproducido en un boliche gay. A propósito, la categórica reprobación que de este acto blasfemo y repugnante hizo el prelado nos dispensa de mayores comentarios al respecto, pero no podemos evitar imaginar lo que habría sucedido si esta acción abyecta hubiese sido perpetrada en una mezquita o en una sinagoga, o bien llevado a cabo en épocas en que “la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados”, en palabras de León XIII (Immortale Dei, n. 9). Ciertamente, otra hubiese sido la suerte de los depravados de marras; y la censura social y mediática, que no tardó en hacerse presente para condenar al valiente pastor, se hubiera ejercitado con justicia para sancionar a los perversos y criminales sacrílegos….

No puede dejar de suscitar extrañeza, por otro lado, el hecho de que quienes llevaron adelante la filmación del video hayan podido hacerlo sin obstáculos, supuesto que ello les haya llevado al menos un par de horas. También el arzobispo lo advirtió, y es de esperar que la situación no se repita, como serían de esperar, si hubiese disposición para ello, severas medidas punitivas para reparar el agravio en lo posible. En todo caso, no podemos dejar de valorar, y apoyar asimismo con firmeza, el valiente gesto de Mons. Aguer, quien en cumplimiento de su misión de pastor de la iglesia platense fustigó con duras palabras la acción realizada, poniendo ante todo de relieve su carácter de ofensa a Dios, y no vacilando a la hora de enseñar la verdad, aun a sabiendas de la reacción que ello podía generar. La claridad de su gesto resulta tanto más apreciable en el contexto de la hora presente, en que la demagogia y la ambigüedad, ya institucionalizadas en el ámbito de la política mundana, causan también estragos en el seno de la vida eclesial.

Estas fueron las palabras del prelado pronunciadas durante el transcurso de la celebración del Corpus, el pasado sábado 21 de junio: “A causa de un descuido de la guardia, una mujer desvergonzada, vestida indecorosamente y acompañada por otro personaje que parecía mujer, entró aquí a filmar un video en el que baila y canta, se atrevió a sentarse en un confesionario en son de burla y blasfemó contra la Santísima Eucaristía, remedando la comunión y expresándose de un modo gravísimamente escandaloso. Según he oído decir, la filmación estaba destinada a un “boliche gay” de la ciudad. Ahora resultan normales esas abominaciones amparadas por las leyes. Pero además mucha gente pudo acceder a la cosa por internet. Ofrezcamos el Santo Sacrificio de la misa en reparación y desagravio por la profanación del templo y por las blasfemias proferidas. Dediquemos asimismo al Señor la procesión de la que hemos participado, como gesto de amor y de entrega confiada, incondicional. Recemos mucho también por esas personas descaminadas, depravadas, para que Jesús les toque el corazón y las convierta; todo es posible para su omnipotencia y su misericordia”.

Como era de esperarse, la alusión al fenómeno “gay” suscitó las reacciones más enconadas, dada la actual hipersensibilidad a este respecto; no sin antes haber sometido las palabras en cuestión, claro está, a la maliciosa tergiversación acostumbrada. En efecto, no dijo el arzobispo que los “gays” fueran “abominaciones”, como reprodujeron numerosos medios con escasa inteligencia y sentido gramatical (la palabra utilizada hubiera sido “abominables”, en ese caso), sino determinados tipos de conductas, como las homosexuales, que, si bien hallan actualmente reconocimiento por parte de las leyes positivas, constituyen un grave atentado contra la ley natural y divina.

No es preciso señalar, sea lo que fuere de los intrascendentes comentarios del LGBT, el CHA, el INADI y demás entes sin entidad, que las afirmaciones de Mons. Aguer no hacen sino expresar una vez más, con una contundencia cada vez más inusual, la verdadera y perenne enseñanza de la Iglesia, que por lo mismo que es signo del amor misericordioso de Dios y busca la salvación de todos los hombres, está obligada por sobre todo a indicar el camino del bien, reprobando si es menester aquello que aparta del mismo. 

Es por todo esto que adherimos al arrojado gesto del pastor argentino, y manifestamos nuestro apoyo a la causa de la verdad, que lejos de oponerse a la realización de los genuinos anhelos humanos, es la única que garantiza la auténtica felicidad.

25/6/14

CONFERENCIA DEL PADRE BRIAN SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD


Compatriotas, hermanos:

Frente a los revolucionarios anticristianos de ayer y de hoy, la Acción Nacional Católica (ANC) de la Argentina reafirma una vez más su postura de defensa de la Doctrina de la Santa Iglesia y del Orden Natural, y brinda públicamente su total solidaridad y apoyo al Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de La Plata, Monseñor Héctor Rubén Aguer, quien -con sus recientes expresiones sobre la homosexualidad y la blasfemia- no ha hecho otra cosa que sostener con integridad la Palabra de Dios, debiendo soportar por ello el miserable azote mediático de los viles impulsores del caos y la degradación.

Pero, queridos amigos, ¡la Iglesia militante no debe quedarse inmóvil! La semilla de nuestros principios católicos debe crecer y florecer en la oración y en acciones. Es por ello que invitamos a todos ustedes a participar de la próxima conferencia de la ANC en la ciudad de Buenos Aires, cuyo tema -justamente- será: “HOMOSEXUALIDAD. LOS QUE LA PADECEN. LOS QUE LA PROMUEVEN”. La misma estará a cargo del esclarecido Rev. Padre BRIAN MOORE.

Digamos -con nuestra presencia- un firme “NO” a quienes pretenden acallar en nuestra Patria a los sacerdotes de la Santa Fe. ¡El momento es ahora!
 
¡Los esperamos!

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19/6/14

ECCE PANIS ANGELORUM: SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI


Nos referíamos días atrás, en un breve paréntesis, a la costumbre aún vigente en Roma de celebrar la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, o más sencillamente Corpus Christi, el jueves siguiente a la fiesta de la Santísima Trinidad. Ese fue, en efecto, el uso adoptado a partir de la bula Transiturus, del papa Urbano IV, en 1264, en la que ordenó que así se realizara en adelante. Fue entonces también que este mismo Pontífice encargó la composición de un oficio litúrgico para la nueva celebración, nada menos que a Santo Tomás de Aquino, cuyos admirables textos han resistido el paso del tiempo, y aun hoy se siguen utilizando en la liturgia. Nos referimos concretamente a la secuencia Lauda Sion y al himno Pange Lingua, además del Adoro te devote, expresión por excelencia de la devoción eucarística católica, a la vez que manifestación de la veta mística y poética de aquel gran Doctor de la Iglesia, tal como lo testimonian los textos en cuestión.

Como sucedió con frecuencia a lo largo de la historia de la Iglesia, también la celebración del Corpus, tal cual hoy la conocemos, se fue difundiendo poco a poco, si bien ya el Concilio de Trento, que trató sobre el sacramento de la Eucaristía en la sesión XIII, alude con estas palabras a una práctica al parecer bastante extendida a la sazón: “Declara además el santo Concilio, que la costumbre de celebrar con singular veneración y solemnidad todos los años, en cierto día señalado y festivo, este sublime y venerable Sacramento, y la de conducirlo en procesiones honorífica y reverentemente por las calles y lugares públicos, se introdujo en la Iglesia de Dios con mucha piedad y religión. Es sin duda muy justo que haya señalados algunos días de fiesta en que todos los cristianos testifiquen con singulares y exquisitas demostraciones la gratitud y memoria de sus ánimos respecto del dueño y Redentor de todos, por tan inefable, y claramente divino beneficio, en que se representan sus triunfos, y la victoria que alcanzó de la muerte” (Sesión XIII, capítulo V).

De este modo, la devoción eucarística, que había experimentado un gran auge en la Edad Media, impulsada sobre todo por San Francisco de Asís, Santo Tomás de Aquino, Santa Catalina, etc., se incrementó aun más a partir de la Edad Moderna, constituyendo uno de los pilares de la reforma católica post-tridentina. El Concilio mismo, en efecto, hizo de la Eucaristía, como antes lo señalamos, uno de sus temas centrales, en la medida en que la herejía luterana lo había hecho blanco de sus ataques, especialmente impugnando el carácter sacrificial de la Misa y mutilando la doctrina de la presencia real hasta desfigurarla completamente. De este gran mal, por lo tanto, Dios sacó, una vez más, un bien todavía más grande, como es el fortalecimiento de la verdadera fe.

Ahora bien, ¿cuál es, siquiera a grandes rasgos, esta verdadera fe eucarística de la Iglesia? Como la definen los antiguos catecismos, la Eucaristía es el sacramento en el que se contienen verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo, la Sangre, el Alma, y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. A la vez, no es solo sacramento la Eucaristía, sino también sacrificio, a saber, en el que Cristo se ofrece al Padre en memoria del sacrificio de la Cruz. Finalmente, aquella presencia real, ordenada de suyo a la comunión, permanece intacta, sin embargo, aún fuera de la Misa para ser adorada. Sacrificio, comunión y presencia son, en este sentido, los tres grandes ejes en torno a los cuales gira la doctrina católica a este respecto.

Con todo, una alusión especial merece el término transubstanciación, de inspiración tomista, acuñado para significar el “gran misterio”, vale decir, la admirable conversión del pan y vino en el Cuerpo y Sangre del Señor. El Concilio de Trento, a propósito, consagra su uso de la siguiente manera: “Mas por cuanto dijo Jesucristo nuestro Redentor, que era verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la especie de pan, ha creído por lo mismo perpetuamente la Iglesia de Dios, y lo mismo declara ahora de nuevo este mismo santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino, se convierte toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre, cuya conversión ha llamado oportuna y propiamente Transubstanciación la santa Iglesia católica” (Ibid., capítulo IV). Bueno es recordarlo, contra los modernos adversarios de la fe, que en las últimas décadas han propuesto sustituir la expresión por otras más “modernas”, como transignificación o transfinalización, que más que arrojar luz sobre el misterio oscurecen su auténtica realidad. Estos excesos precisamente fueron los que motivaron la intervención del papa Pablo VI, que dedicó a este asunto su admirable encíclica Mysterium fidei, del 3 de septiembre de 1965, en que reafirma la verdadera doctrina católica, la misma hoy, que ayer, y para siempre.

En este día de gracia, y conmemorando este año el 80° aniversario del Congreso Eucarístico Nacional de 1934, renovemos nuestra fe y amor hacia este Santísimo Sacramento del Altar.

17/6/14

EL CREDO COMENTADO POR SANTO TOMÁS DE AQUINO - ARTÍCULO 7


Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.


89. Al oficio de los reyes y señores corresponde el poder de juzgar. Dice en efecto la Escritura: El rey, sentado en el trono de justicia, disipa todo mal con su mirada (Prov. 20, 8). Ahora bien, Cristo subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios como Señor de todos, de donde es evidente que le compete el poder de juzgar. Por eso en la regla de la fe católica confesamos que "ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos".

Eso mismo dijeron también los ángeles en el momento de la ascensión: Este Jesús, que separándose de vosotros ha sido llevado al cielo, vendrá de la misma manera como lo visteis ir allí (Act. 1, 11).

90. Debemos considerar TRES cosas a propósito de este juicio. PRIMERO, su forma; SEGUNDO, el temor que debe inspirarnos; TERCERO, el modo como para él nos debemos preparar.

A) Tres cosas concurren a la FORMA de un juicio, a saber, el juez, los que han de ser juzgados y la materia que se juzga.

91. En este juicio Cristo es el Juez. Es Él -dice San Pedro- quien ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos (Act. 10, 42), ya entendamos por muertos a los pecadores, y por vivos a los justos; ya entendamos literalmente por vivos a aquellos que vivirán en el momento del juicio, y por muertos a todos cuantos para aquel entonces estén muertos.

Cristo es juez no sólo en cuanto Dios, sino también en cuanto hombre. Y esto por TRES motivos.

PRIMERO, porque es necesario que los que han de ser juzgados vean a su juez. Ahora bien, tan deleitable es la divinidad que nadie puede verla sin gozo; ningún condenado podrá entonces verla, porque en ese caso gozaría. Por consiguiente, para que nuestro juez sea visto por todos, es necesario que aparezca bajo la forma hombre. Hablando de sí dijo Jesús a los judíos: El Padre ha dado al Hijo el poder para juzgar, porque es el Hijo del hombre (Jo. 5, 27).    

SEGUNDO, porque en cuanto hombre mereció tal oficio. En efecto, en cuanto hombre fue injustamente juzgado, y por eso Dios lo ha hecho juez de todo el mundo. Tu casa -leemos en el Libro de Job- ha sido juzgada como la de un impío: recibirás la culpa y la pena (Job. 36, 17).

TERCERO, para que, siendo juzgados por un hombre, los hombres no caigan en la desesperación. Porque si sólo Dios fuese el juez, los hombres, aterrados, se desesperarían. Por eso dijo Jesús: Verán al Hijo del Hombre viniendo en la nube (Lc. 21, 27). Y vendrá a juzgar a todos los que son, fueron y serán. Todos -dice el Apóstol- hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba el pago debido a las buenas o a las malas acciones que haya hecho mientras estuvo revestido de su cuerpo (2 Cor. 5, 10).

15/6/14

SANTÍSIMA TRINIDAD


Oh, Dios todopoderoso y eterno, 
que, con la luz de la verdadera fe, 
diste a tus siervos conocer la gloria de la Trinidad eterna, 
y adorar la Unidad en el poder de tu majestad: 
haz, te suplicamos, que, por la firmeza de esa misma fe, 
seamos defendidos siempre de toda adversidad. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, 
que contigo vive y reina 
en la unidad del Espíritu Santo, Dios, 
por todos los siglos de los siglos.
Amén.

12/6/14

JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN


En nuestro post de la semana pasada, aludíamos a una práctica muy difundida, que ya se ha hecho tradicional en la Iglesia, y que es la de consagrar el mes de junio a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. En efecto, así como a San José se dedican los días de marzo; al Rosario, los de octubre; y a la Santísima Virgen, los de noviembre (los de mayo, en Europa); también el Corazón Sacratísimo de Jesús recibe este tributo especial, a saber, durante los días de junio, en que se celebra ordinariamente su solemnidad, fijada en el calendario litúrgico para el viernes siguiente a la celebración del Corpus Christi (para el viernes de su octava, originalmente; costumbre que se mantiene en aquellos lugares en donde, como en Roma, el Corpus sigue celebrándose en jueves).

Como tal, la festividad litúrgica del Sagrado Corazón fue inicialmente una celebración particular que Roma fue concediendo progresivamente, a partir de fines del siglo XVII, para determinadas regiones y comunidades religiosas de Francia que así lo solicitaban. Fue recién durante el pontificado de Pío IX, a mediados del XIX, que la misma devino celebración de la Iglesia universal, a instancias del episcopado francés, que ya había aceptado semioficialmente la fiesta en 1765, a petición de la Reina. El siglo XIX, finalmente, marcado por el avance del liberalismo en todos los ámbitos, se cerraría con el espaldarazo definitivo dado a esta devoción (“devoción de los tiempos modernos”, ha sido llamada), al realizarse la consagración solemne de toda la humanidad al Sagrado Corazón, por orden del papa León XIII, el 11 de junio de 1899, con una fórmula prescrita por el mismo pontífice. Fue él asimismo quien recomendó la práctica de esta devoción en su encíclica Annum sacrum (25-V-1899), al igual que sus sucesores Pío XI, en la encíclica Miserentissimus Redemptor (8-V-1928), y Pío XII, en su magnífica Haurietis aquas (15-V-1956), que contiene una exposición integral del culto y la devoción al Corazón de Jesús.

Nadie ignora que, al margen de las sucesivas aprobaciones eclesiásticas que fue recibiendo el culto de marras, su desarrollo a lo largo de la historia de la Iglesia tiene a su vez un decurso propio, que el Pastor Angélico, Pío XII, resume en su admirable documento (cfr. Haurietis aquas, nn. 25-27). Desde luego, no olvida el Sumo Pontífice de señalar los fundamentos doctrinales, incluso bíblicos, de la devoción en cuestión, al mismo tiempo que sus precursores antiguos y medievales; con todo, dedica en particular unas líneas al reconocimiento del jalón histórico fundamental a este respecto, a saber: las visiones de Santa Margarita María Alacoque, religiosa francesa de la Visitación. “Pero entre todos los promotores de esta excelsa devoción”, dice a propósito el Papa, “merece un puesto especial Santa Margarita María Alacoque, porque su celo, iluminado y ayudado por el de su director espiritual -el Beato Claudio de la Colombiere-, consiguió que este culto, ya tan difundido, haya alcanzado el desarrollo que hoy suscita la admiración de los fieles cristianos, y que, por sus características de amor y reparación, se distingue de todas las demás formas de la piedad cristiana” (n. 26).

Pese a ello, advierte cuidadosamente el Santo Padre que “no puede decirse (…) ni que este culto deba su origen a revelaciones privadas, ni cabe pensar que apareció de improviso en la Iglesia; brotó espontáneamente, en almas selectas, de su fe viva y de su piedad ferviente hacia la persona adorable del Redentor y hacia aquellas sus gloriosas heridas, testimonio el más elocuente de su amor inmenso para el espíritu contemplativo de los fieles. Es evidente, por lo tanto, cómo las revelaciones de que fue favorecida Santa Margarita María ninguna nueva verdad añadieron a la doctrina católica. Su importancia consiste en que -al mostrar el Señor su Corazón Sacratísimo- de modo extraordinario y singular quiso atraer la consideración de los hombres a la contemplación y a la veneración del amor tan misericordioso de Dios al género humano” (Ibid.). Este Corazón, en efecto, es “el símbolo más apto para estimular a los hombres al conocimiento y a la estima de su amor (…) señal y prenda de su misericordia y de su gracia para las necesidades espirituales de la Iglesia en los tiempos modernos” (Ibid.). 

Las precedentes consideraciones, y otras más que hemos omitido brevitatis causa, permiten a Pío XII arribar a una conclusión que puede parecer sorprendente, pero que en realidad no hace sino expresar una verdad profunda, a saber: “El culto al Sagrado Corazón se considera, en la práctica, como la más completa profesión de la religión cristiana” (n. 29). En efecto, “la religión de Jesucristo se funda toda en el Hombre Dios Mediador, de manera que no se puede llegar al Corazón de Dios sino pasando por el Corazón de Cristo”, el cual es, él mismo a su vez, “el corazón de una persona divina, es decir, del Verbo Encarnado, y que, por consiguiente representa y pone ante los ojos todo el amor que El nos ha tenido y tiene aun” (Ibid.). 

Que la enseñanza autorizada de la Iglesia, por tanto, más que los impulsos de la devoción personal, nos muevan en todo tiempo, pero de un modo especial durante este mes, a elevar con frecuencia nuestra mirada al costado abierto del Salvador. 

Cor Iesu Sacratissime, miserere nobis

11/6/14

CORPUS CHRISTI 2014

El viernes 20 de junio, la Acción Nacional Católica (ANC) participará de la sagrada celebración del CORPUS CHRISTI (Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo), en las calles de la Ciudad de Buenos Aires.

Te esperamos a las 11 horas en Av. Rivadavia y Av. Pueyrredón (esquina de la Plaza Miserere, Capital Federal). Desde allí partiremos hacia la Plaza de Mayo, donde se celebrará la Santa Misa a las 15 horas.

Seguidamente, en torno a la plaza se realizará la Procesión y Bendición con el Santísimo Sacramento, y la renovación de la consagración de nuestra ciudad y arquidiócesis a la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Luján.

A 80 años del glorioso “Congreso Eucarístico Internacional Buenos Aires 1934”, ¡NINGÚN CATÓLICO PORTEÑO DEBE FALTAR A ESTA MAGNA CITA!

Invitá a tus familiares y amigos CATÓLICOS.

¡VIVA CRISTO REY!


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9/6/14

ANC EN LA PEÑA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CRISTIANDAD

Este sábado 7 de junio de 2014 miembros de la Acción Nacional Católica (ANC) participaron de la Gran Peña organizada por Nuestra Señora de la Cristiandad a beneficio de la Peregrinación Rawson - Luján 2014.

Agradecemos a los organizadores por la magnífica noche de camaradería que pasamos; la cual comenzó con la Santa Misa celebrada en la Parroquia de la Inmaculada de Bella Vista, y continuó con asado, vino y buena música como la que brindaron los conjuntos folklóricos Los Pioneros, Los Pulperos, Los del Fondo y Dúo Jilgueros.

7/6/14

EL LAICISMO, POR EL PADRE CASTELLANI


Carta a un Senador de la Provincia

Señor legislador y amigo:

Su epístola me sorprende. Es ingenuo preguntarle a un cura que piensa de la Escuela Laica. ¿Usted también es de los que creen que soy un cura liberal? Sospecho que es una desas consultas médicas por sorpresa que hacemos a los doctores amigos de sopetón en la calle:

- Che, hace días que tengo sensible la cintura, un dolorcito en la amígdala y ganas de pegarle al portero cuando me levanto; ¿qué te parece?

- ¡Que deberías hacerte ver!

Sí. Sospecho que usté quiere que le haga gratis el discurso. Y yo no sé hacer discursos. Lo que opino, bien sabe usté que es igual a lo que usté opina. 

¿Usté opina que el laicismo en la Argentina es un cuento del tío?... 

Yo también.

Justamente, acabo de ver un periodiquito de Tandil, llamado "Germinal - Periódico Socialista - Aparece los Jueves", con un larguísimo cocido titulado: "Hay que reconquistar la escuela laica". Si hay que reconquistarla, pri­mero fue una conquista. Quiere decir que no estaba aquí; nos vino de afuera, armada y violenta. No era de aquí, no estaba en la tradición, y la dejaron entrar nuestros mayores por quién sabe que fatídica flojera, como a los gorriones y al sorgo de Alepo, creyéndola un gran progreso.

Pero yo tengo hoy templado el instrumento y las payadas me gustan. Usté reducirá a estilo parlamentario lo que Dios me inspira acerca desa cuestión compleja; pero yo se lo voy a dar en dos preguntas secas, una pregunta filosófica y una pregunta política, contestadas a la criolla, no más; y si se descuida, se las pongo en verso:

1. ¿Debe el Estado tener una Religión?

2. ¿Debe el Estado Argentino enseñar la religión cristiana en sus propias escuelas?

5/6/14

LA ESPERANZA (IV)


La confianza. Esperanza y juventud.

Llegando ya a su fin la cincuentena pascual, que se cerrará para toda la Iglesia el próximo domingo, Dios mediante, con la celebración de Pentecostés, llega también a su fin la serie de artículos sobre la esperanza que nos propusimos desarrollar durante este sagrado tiempo. Dada esta circunstancia, hoy es el turno de decir algo acerca de una virtud que, sin ser realmente distinta de la esperanza, ha ido cobrando cierta autonomía en el vocabulario de la espiritualidad cristiana, sobre todo a partir del auge de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús; nos referimos a la confianza.

El Rvdo. P. Thomas de Saint Laurent, en su bellísima obra “El libro de la confianza”, trae a colación una definición que el mismo Santo Tomás da de esta virtud, a saber: “Una esperanza fortalecida por una sólida convicción” (S. Th., II-II, q. 129, a. 6: “Spes roborata ex aliqua firma opinione”). El vocablo latino que utiliza el Angélico es el de fiducia, disposición que considera al mismo tiempo expresión de la magnanimidad, en la medida en que esta se “refiere propiamente a la esperanza de algo arduo” (Ibid.). De este modo, no existe entre esperanza y confianza “diferencia de naturaleza, sino solamente de grado de intensidad” (THOMAS DE SAINT LAURENT, El libro de la confianza, c. II); en efecto, la una (la confianza) no es más “que el desarrollo completo de la otra [la esperanza]” (Ibid.), al no tolerar la menor vacilación o inquietud, que subsiste incluso en la simple esperanza, cuando todavía no ha alcanzado este su grado supremo.

Resulta providencial a este respecto el haber comenzado esta semana a transitar el mes de junio, tradicionalmente dedicado al Sagrado Corazón, cuya solemnidad celebraremos este año el 27 de junio. Bueno sería durante este mes, ciertamente, renovar cada día nuestra confianza en él, repitiendo la hermosa jaculatoria que todos conocemos: “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”. 


*    *    *    *    *    *    *    *

A lo largo de esta serie de artículos sobre la esperanza no hemos aludido aún a la relación tan sugestiva que vincula esperanza y juventud, a la que se han dedicado en todo tiempo jugosas reflexiones. En efecto, “la mocedad y la esperanza están en mutua relación en varios sentidos. Ambas se corresponden, tanto en el dominio de lo sobrenatural como en el de lo natural. La figura del joven es el símbolo eterno de la esperanza, lo mismo que lo es de la grandeza de ánimo” (JOSEF PIEPER, Las virtudes fundamentales, Ediciones Rialp, Madrid (España), 2010, p. 375).

En una época como la nuestra, que rinde un culto vano a la juventud en su aspecto más superficial, es preciso subrayar la virtualidad rejuvenecedora de la esperanza, a la vez que señalar la diferencia abismal que la separa del cliché meramente estético, por el cual se busca ocultar cualquier rasgo que pueda delatar el paso del tiempo. “La juventud que la esperanza sobrenatural da al hombre”, dice Pieper a este respecto, “afecta al ser humano de una forma mucho más profunda que la juventud natural. La juventud fundada en lo sobrenatural, pero que repercute muy visiblemente en lo natural del cristiano que espera, vive de una raíz soterrada en una zona del ser humano a la que no alcanzan las fuerzas de la esperanza natural. Pues la juventud sobrenatural deriva de la participación en la vida divina, que nos es más íntima y próxima que nosotros mismos”. De ahí que “la juventud del hombre que tiende hacia la vida eterna es esencialmente indestructible. Es inaccesible a la vejez y a la desilusión; triunfa precisamente del declinar de la juventud natural y de las tentaciones de la desesperación” (Ibid., p. 376).

“Yahvé es un Dios eterno que ha creado hasta los extremos del mundo.
No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia no tiene límites.
Él da la fuerza al que está cansado y robustece al que está débil.
Mientras los jóvenes se cansan y se fatigan
y hasta pueden llegar a caerse,
Los que confían en Él recuperan fuerzas,
y les crecen alas como de águilas.
Correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse” (Is. 40, 28-31) 


*    *    *    *    *    *    *    *  

Se cuenta que cuando Miguel Ángel terminó su célebre Piedad, que aún hoy puede admirarse en el Vaticano, causó gran sorpresa la juventud que representaba la hermosa figura de Virgen Santísima, teniendo en cuenta la edad que realmente tendría al momento de la crucifixión y muerte de su Hijo. Con la agudeza propia del genio que era, el artista respondió sencillamente: “Las personas enamoradas de Dios no envejecen nunca”.

Sea lo que fuere de la autenticidad histórica de la respuesta (algunos modifican ligeramente el contenido de las palabras), ella expresa un verdad profunda. En efecto, la santidad excelsa de la Virgen, y la firmeza de su esperanza, debieron conferirle en todo momento una invariable juventud, que se prolonga ahora para siempre en la eternidad, en donde permanece junto al Señor Jesucristo como Reina y Señora, por los siglos de los siglos.

2/6/14

EL CREDO COMENTADO POR SANTO TOMÁS DE AQUINO - ARTÍCULO 6


Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso.


85. No sólo hay que creer en la resurrección de Cristo sino también en su ascensión, gracias a la cual subió al cielo a los cuarentas días. Y por eso se dice en el Credo: "Subió a los cielos". 

En lo que toca a este misterio, hay que tener en cuenta TRES aspectos: su sublimidad, su conveniencia racional, su utilidad.

A) La ascensión fue, de veras, SUBLIME, porque Cristo ascendió a los cielos. Y ello se entiende de un TRIPLE sentido.

PRIMERO, subió por encima de todos los cielos materiales. En efecto, dice el Apóstol a los Efesios: Subió más allá de todos los cielos (4, 10). Cristo fue el primero en realizar tal cosa. Porque antes el cuerpo terreno no existía sino en la tierra, tanto que incluso Adán estuvo en un paraíso terrenal.

SEGUNDO, subió por encima de todos los cielos espirituales, es decir, por sobre todas las naturalezas espirituales, como escribe San Pablo a los Efesios: El Padre hizo que Jesús se sentara a su diestra en los cielos, por sobre todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación, y por sobre todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el futuro; y puso todas las cosas bajo sus pies (1, 20).

TERCERO, subió hasta el trono del Padre. En efecto, de Él dice Daniel: He aquí que sobre las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre, y llegó hasta el Anciano de días (Dan. 7, 13). Y en San Marcos leemos: El Señor Jesús, después de haberles hablado, fue elevado al cielo y está sentado a la diestra de Dios (16, 19).

86. Cuando se habla de "la diestra de Dios", esta expresión no debe entenderse de una manera corporal, sino en un sentido metafórico. Porque si la expresión "está sentado a la diestra del Padre" se entiende de Cristo en cuanto que es Dios, lo que se quiere afirmar es su igualdad con el Padre; si, en cambio, se entiende de Él en cuanto hombre, se quiere decir que goza de los bienes más eximios. Tal es la excelencia que ambicionó el diablo: Escalaré el cielo, sobre los astros de Dios levantaré mi trono; me sentaré en el monte de la alianza, hacia el septentrión; sobrepujaré la altura de las nubes, semejante seré al Altísimo (Is. 14, 13). Vano intento que sólo alcanzó Cristo, por lo cual se dice en el Credo: "Subió al cielo y está sentado a la diestra del Padre". Leemos en el Salterio: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra (Ps. 109,1). 


1/6/14

ASCENSIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


“Dejada a sus fuerzas naturales, la humanidad no tiene acceso a la ‘Casa del Padre’, a la vida y a la felicidad de Dios. Sólo Cristo ha podido abrir este acceso al hombre, ‘ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino’.”

“Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra. Él está ‘por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación’ porque el Padre ‘bajo sus pies sometió todas las cosas’. Cristo es el Señor del cosmos y de la historia. En Él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación, su cumplimiento trascendente.”

(Catecismo de la Iglesia Católica)

“De la fiesta de la Ascensión a Pentecostés, los fieles, a ejemplo de los Apóstoles, han de prepararse a recibir el Espíritu Santo con el retiro, con recogimiento interior y con perseverante y fervorosa oración.”

(Catecismo mayor de San Pío X)