29/10/12

DAME, DIOS MÍO…




Dame, Dios mío, lo que te queda.

Dame lo que jamás se te pide.

No te pido reposo, ni tranquilidad,

Ni la del alma, ni la del cuerpo.

No te pido la riqueza, ni el éxito, ni la salud.

Tantos te piden esto, Dios mío, que ya no debes tenerlo.

Dame, Dios mío, lo que te queda.

Dame lo que se te rechaza.

Quiero la inseguridad y la inquietud,

Quiero la tormenta y la lucha.

Quiero el sufrimiento y la gloria en el combate…

Dame, Dios mío, lo que te queda:

Dame lo que se te rechaza

Quiero la tormenta y la lucha.

Quiero el sufrimiento y después la muerte en el combate.

Que Tú me lo des, Dios mío, definitivamente;

Que yo esté seguro de tenerlo siempre;

Porque no siempre tendré el coraje de pedírtelo.

Dame, Dios mío, lo que te queda.

Dame lo que otros no quieren.

Pero, dame también el coraje, la fortaleza y la fe…

Pero, dame también el coraje, la fortaleza y la fe,

Para que esté seguro de mí
 

26/10/12

La religión del hombre desacralizado


La religión del hombre desacralizado
P. Alberto Ignacio Ezcurra


Fragmento de un sermón del Padre Ezcurra, que se encuentra compendiado en el libro: Tú Reinarás. San Rafael, Kyrios, 1994.


Ustedes empiezan a recorrer en cualquier lugar, santerías, imágenes, estampas, van a ver que una de las características de la imaginería religiosa de nuestro tiempo, de las agendas de Guadalupe, de las Paulinas, de los posters con motivos religiosos, de las estampas, es la desaparición de las imágenes sacras. ¿Qué es lo que aparece?. Aparece un niño sonriendo, una pareja de jóvenes que camina, novios que caminan tomados de la mano, un viejo pidiendo limosna, un camino, arbolitos, pajaritos, pero lo religioso no. O sea, el hombre en el lugar de Dios. ¿Qué es lo que importa?. En la liturgia, por ejemplo hay una pérdida del sentido de lo sagrado, del sentido sobrenatural, de que el centro de la liturgia es misterio, el centro de la Misa es misterio. Y ¿dónde está la participación de la Misa?. Está en la unión con el misterio, sí, con algo que es misterioso, con algo que no se ve sino solamente en la oscuridad de la fe. No, la Misa es ahora una asamblea, una comida, no es el sacrificio de Cristo que se actualiza, es una comida, es una reunión entre hermanos. ¿Entonces participar qué es?. Participar es cantar todos juntos, tomados de la mano en el Padrenuestro, abrazarnos, llenarnos de besitos, estar contentos con los demás. Pero ¡no!. No, la Misa no es eso. Es por supuesto comunión, pero esa comunión, es decir común-unión, ¿adónde se da?. Se da en Cristo.

Yo estoy unido a los demás en la Misa si yo estoy unido a Cristo, si yo no estoy en gracia de Dios y voy a Misa, aunque cante más fuerte que los demás, aunque me tome de la mano de todos los vecinos en el Padrenuestro, aunque me abrace, me bese con toda la Iglesia, en el abrazo de paz, aunque sienta mucho, no participo de la Misa, estoy separado, o sea me falta, me falta aquella savia que me comunica; soy como una rama seca en el árbol. Ahí está la comunión, en tanto y en cuanto estoy en comunión, es decir en comunicación con Cristo. En tanto y en cuanto vivo en gracia puedo participar de la comunidad.

¿Todo tiene que hacerse comunitario?. La Misa privada, si un sacerdote celebra Misa solito en su alma, perdido por ahí en algún rincón del mundo donde no hay ningún cristiano para ayudarlo, esa Misa es comunitaria, porque en esa Misa está presente toda la Iglesia, y porque los frutos de esa Misa son bendiciones para toda la Iglesia en la comunicación de los santos. Pero eso se da en el plano del misterio, en el plano oscuro del misterio y en cambio, lo otro, entiende ponerlo todo en el plano del sentimiento, de una comunicación sentimental, de una cosa puramente humana, de una fraternidad horizontal, el otro, el otro y el otro.

Es lo mismo que pasa con la música. La música que se quiere poner en las Iglesias es lo que puede hacer de la Iglesia lo más parecido a una sala de baile o a una confitería. ¿Por qué?. Porque tiene que mover. ¿Mover qué?. Hay dos tipos de música; música que mueve el cuerpo, música que mueve el traste y hay música que mueve el alma. Y es más fácil captar la música que mueve el cuerpo. Mientras más ritmo tiene la música más se mueve uno inconscientemente apenas la empieza a escuchar.

En cambio, la música que mueve el alma es algo más sutil, es algo más fino, es más delicado. Pero si eso es lo que se quiere, esa música que lleva a lo sacro, hacia lo santo, hacia la trascendencia, ¿por qué se quiere rebajar, se quiere profanizar, se quieren profanar las cosas?. Y en última instancia, ¿qué es?: el hombre en lugar de Dios, lo psíquico en el lugar de lo espiritual.

Yo no tengo nada absolutamente en contra de la guitarra, me gusta el folclore, me gusta la guitarra, pero cada cosa tiene su lugar. La música tiene su lenguaje propio que es distinto, incluso del lenguaje de la letra. Si uno escucha una marcha militar, empieza a marcar el paso. Y si uno escucha una música caribeña con mucho ritmo empieza a sacudir el cuerpo. O sea, la música tiene un lenguaje propio y hay música que es amatoria, hay música que es sensible y sensual, e incluso hasta sexual: hay música que está hecha para bailar y hay música que no está hecha para bailar. Si ponemos un cántico gregoriano en un baile sería un plomo lo más seguro y a nadie se le ocurriría poner un canto gregoriano o poner música de Bach o poner una marcha militar. A nadie se le ocurriría.

Pero si se le ocurre poner en la Iglesia música que está hecha para sacudir el cuerpo, para bailar, para tocar los sentidos, para tocar lo sensible, por más que le pongamos una letra que nos hable del Corazón de Jesús y de la Santísima Virgen, no pega. La letra camina por un lado y la música camina por otro lado.

Pero no es sólo cuestión de gustos, me gusta o no me gusta, sirve o no sirve. Hay algo más profundo, lo que se busca es aquello que permanece en el plano de lo puramente humano, del puro sentimiento. Ese es el motivo por el cual yo señalo, por ejemplo, eso de la guitarra. Por eso unos hacen una bandera de la guitarra porque en el fondo, detrás de eso que es aparentemente secundario, intrascendente, está lo que se decía antes, la guitarra se transforma en el instrumento litúrgico de la religión del hombre, porque pone en el lugar de lo sacro, del misterio vertical, de la presencia de Cristo, pone aquello que solamente toca el sentimiento.

Querer hacer la Misa divertida para que no se aburran. Siempre hay que estar inventando, cambiando, poniendo algo nuevo para que no se aburran. ¡No!. La Misa, el centro de la Misa está en el misterio y ese misterio nunca lo penetraremos suficientemente si no entramos en un espíritu de silencio, un espíritu de oración, el Verbo de Dios que habla en el silencio. Si uno en cambio, quiere hacer de la Misa lo exterior, lo ameno, lo divertido, a la larga corre con desventaja, porque siempre la fiesta en el club o en la confitería va a ser más divertida que la que uno puede hacer dentro de la Iglesia en el momento litúrgico. Y porque el que va a acercarse a Dios en el silencio de la Iglesia está buscando una cosa distinta de la que va a buscar en el mundo. Cada cosa en su lugar, pero el trasfondo, de muchas de estas cosas, el trasfondo de esta tergiversación de lo religioso, es un trasfondo grave: es el hombre en el lugar de Dios. La religión no como algo vertical que tiende hacia lo alto, sino como algo que se queda en el plano horizontal, lo mismo que decíamos antes, esa filantropía que es sólo amor del prójimo, pero que no se funda en el amor de Dios.

RIOS DE SANGRE


MAS MILITANCIA


LA NUEVA PATRIA???


De esta manera deben descansar, luego de sus tensas y agotadoras jornadas, nuestros queridos gendarmes, enviados -por el desgobierno antinacional de revolucionarios resentidos- a hacer frente a la delincuencia, por él promovida.

Obligada la Gendarmería a insertarse en la difícil y extraña realidad urbana de las villas miseria (que tanto se han incrementado gracias a la infame partidocracia), nues
tras fronteras van quedando aún más desguarnecidas de lo que ya estaban…
Ello es recibido con alegría por los inmigrantes ilegales y criminales de diferentes países, que continúan llegando de a miles… ¡para instalarse tranquilamente en las mismas villas miserias que deben “controlar” los gendarmes!
Argentinos: ¡¡DESPERTEMOS!! ¡Estamos frente a un plan macabro para el total hundimiento nacional!
 

16/10/12

MILITANCIA


MAS ASESINOS


PRO ASESINOS


HIMNO DE LA HIPANIDAD


Ésta es la Hispanidad,
proa de la Cristiandad,
norte de la Humanidad.

Hispania es bandera
de Igualdad en la Hermandad
y Unidad en la Verdad.

Hispanidad es acero
de Apóstol conquistador:
espada que acaba en flor.

Hispanidad es santuario
cimentado en un Pilar
que nadie podrá quebrar.

Hispanidad es Castillo
en que defiende un León
Patria, Honor y Religión.

Hispanidad es trinchera
de los Hijos de la Luz:
barra en pie, cadena en Cruz.

Hispanidad es Granada
que se entrega abierta en dos,
como el Corazón de Dios. 

(Mons. Zacarías de Vizcarra y Arana)

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

Palabras de un defensor de la Catedral de Posadas cuando las blasfemas y arpías abortistas realizaron su acto bestial el pasado día domingo 7 de octubre
La "estrategia que predicaba el párroco de la Catedral de Posadas, pacifista, parsimoniosa, conciliadora con los que ofenden a Dios e insultan a la Virgen y agreden a los católicos, tiene razones muy profundas.
E
s evidente que el Padre Barros si alguna vez estudió teología, lo olvidó completamente e incluso no tiene en cuenta el catecismo porque habla de la Iglesia de Posadas como si fuese una secta; se olvida que la Iglesia es Católica, es decir, universal.
Dice haber hecho una opción por la paz absoluta, cuando los papas han hecho una clara distinción entre Paz Verdadera y “pacifismo”, el cual es un pecado generalmente de cobardía. También incurre en una actitud errática pues condena a quienes defendieron lo que él no supo defender y concilia con los que atacaron lo que él llama “su” catedral, que es la de la Iglesia Católica y no es la catedral del Padre Barros, que hoy está allí y mañana no.
Averigüen los habitantes de Posadas por qué no se les informó con antelación y debidamente acerca de los actos vandálicos que harían esas mujeres, proceder probado ya en catedrales de otras diócesis y la curiosa respuesta del párroco tratando de que nadie proteja la catedral porque “es un montón de ladrillos”, olvidando que está consagrada y –reiteramos- no le pertenece al Padre Barros, sino a la Iglesia Católica, y que la Casa de Dios, es casa de oración, y los fieles de cualquier punto del planeta tienen derecho a defenderla.
Las razones profundas que –sospechamos- tienen el Padre Barros y el Señor Obispo de Posadas parecen estar fundadas en la promesa de subsidios que les han hecho desde la gobernación para construir la universidad católica de Misiones. Sería bueno que los fieles se interiorizaran de todo.
La población de Posadas también debería considerar la actitud lamentable del jefe de policía, "seguramente honesto", quien mandó a cinco policías estar delante de la Catedral tan solo unos minutos y luego les ordenó irse.
¡Abra los ojos el pueblo de Posadas!
SE RUEGA DIFUSIÓN.

8/10/12

TESTIGOS DE UNA VERDAD


Todo creyente, bautizado en la Iglesia Católica -la única Iglesia de Cristo- tiene la OBLIGACIÓN DE LUCHAR por ella, en ella y con ella porque es la verdadera arca de Salvación que debe defender a toda costa. Jesús es contundente: hay que ser CALIENTES en el amor hacía Él y a su Iglesia, ya que a los tibios, los vomitará de su boca:

"Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca. Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Por eso, te aconsejo que compres de mí el oro purificado en el fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista. Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete! Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos. Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono. El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las iglesias". (Apocalipsis 3, 15-22).

El militante católico es un apóstol que, sin importar su edad, lleva el fuego de la juventud perenne en el espíritu y le cabrá en todo tiempo la gloria y la satisfacción inmensa de defender y llevar la fe de Cristo a todos los rincones, a las nuevas generaciones, a las nuevas juventudes, a las nuevas infancias que retomarán el estandarte y marcharán bajo el mando de la Generala de los Cielos a través de nuevos senderos. Consagrémonos a la realización de este noble ideal: Por Cristo, por su Iglesia y por la Patria. ¡No podemos ser tibios!

El soldado de Cristo no permitirá que su fe sea contaminada con los principios del mundo ni ser arrastrado a la apostasía del relativismo doctrinal. Sabe que la Verdad de Dios es inmutable y que no cambia ni se adapta al gusto y conveniencia de los hombres.

Demos, pues, la buena batalla, el buen combate, la viril defensa en esta guerra metafísica. Somos integrantes de la milicia de Cristo Rey. El maligno no descansa y sus huestes cada día son más osadas y buscan la ruina del hombre. La Revolución anticristiana amenaza con arrasar todo. Pero nosotros tenemos el triunfo asegurado: La morada eterna junto a nuestro dulce y soberano Señor. Y acá en la tierra, lo alcancemos a ver o no, sabemos del triunfo profetizado en Fátima: "Al final mi Inmaculado Corazón triunfará".

LAS CRUZADAS


30 de julio de 2009

El Papa Urbano II convoca la Primera Cruzada

O “De cuando había papas y obispos que hablaban claro” (N. del Blog)
De: Hugh O’Reilly. Seleccionado de Joseph François Michaud, Las Cruzadas, Ed. Argentina, 1886, Vol. I, pp 33-34. Publicado por: La Denuncia Profética.
Con el objetivo de extender el imperio de la Religión Católica y el poder de la Santa Sede en Oriente, el Papa San Gregorio VII ya había exhortado a los fieles a tomar las armas contra los musulmanes, prometiendo él mismo liderarlos hacia Asia.
En sus cartas, San Gregorio VII habla de cómo los sufrimientos de los católicos en Oriente lo afectaban hasta el punto que deseó la muerte. Decía que querría arriesgar su propia vida con el fin de liberar Tierra Santa. Sin embargo, San Gregorio VII no pudo realizar su plan debido a los problemas internos en Europa.
Concilio de Clermont
El Papa convoca el Concilio de Clermont
Movido por el mismo espíritu de su predecesor, el Beato Urbano II resolvió convocar el Concilio de Clermont en noviembre de 1095 en el sur de Francia, la nación de corazón de guerrero, la misma que por muchos siglos había dado el tono a toda Europa.
Respondiendo al llamado del Papa más de 200 Arzobispos y Obispos, 4.000 eclesiásticos y 30.000 legos. Los más famosos Santos y Doctores lo honraron con su presencia ilustrándolos con sus consejos.
La Tregua de Dios fue proclamada al mismo tiempo que la Guerra de Dios [la Tregua de Dios concedía la inmunidad de la violencia a los campesinos y clérigos que no podían defenderse].
El Concilio aprobó numerosos decretos para la disciplina eclesiástica y la reforma de la Iglesia, incluyendo los concernientes a la simonía y al matrimonio sacerdotal. Pero todos esos decretos – incluso la excomunión de Felipe I, el Rey de Francia, por adulterio – no lograron desviar la atención general del punto que se consideraba más importante, que era la cautividad de Jerusalén y los abusos que se producían ahí.
El día del discurso del Papa Urbano, el Concilio se reunió en la extensa plaza fuera de la puerta oeste de Clermont donde se instaló el trono papal a fin de dar cabida a la inmensa multitud. El Papa, seguido por sus Cardenales, llegaron en procesión y comenzó la reunión.
Cruzados dirigidos por Obispos
Habla el Papa
Después de Pedro el Ermitaño, el Papa tomó uso de la palabra diciendo estas motivadoras y memorables palabras:
“Hemos escuchado el mensaje de los cristianos de Oriente. Nos describe la lamentable situación de Jerusalén y del pueblo de Dios. Nos relata cómo la ciudad del Rey de Reyes, que trasmitió la fe pura a todas las otras ciudades, fue obligada a pagar tributo a las supersticiones paganas. Y cómo el milagroso Sepulcro, donde la muerte no podía guardar a su Prisionero, el Sepulcro que es la fuente de la vida futura y, sobre todo, donde el Sol de la Resurrección se levantó, fue ensuciado por aquellos que no se levantará de nuevo excepto para servir de paja para el fuego eterno.”
“Una victoriosa impiedad ha cubierto las tierras más fértiles de Asia de tinieblas. Las ciudades de Antioquía, Éfeso y Nicea ya han sido tomadas por los musulmanes. Las hordas bárbaras de los Turcos han colocado sus estandartes en las mismas fronteras de Hellespoint [donde el mar Egeo se reúne con el Mar de Marmara], donde amenazan a todas las naciones cristianas. Si el único Dios verdadero no contiene su triunfante marcha, armando a sus hijos, ¿qué nación, qué reino podrá cerrarles a ellos las puertas de Oriente?”
“El pueblo digno de gloria, el pueblo bendecido por Dios Nuestro Señor gime y cae bajo el peso de esos atropellos y más vergonzosas humillaciones. La raza de los elegidos sufre atroces persecuciones, y la raza impía de los sarracenos no respeta ni a las vírgenes del Señor ni los colegios de sacerdotes. Atropellan a los débiles y a los ancianos, a las madres les quitan sus hijos para que puedan olvidar, entre los bárbaros, el nombre de Dios. Esa nación perversa profana los hospicios… El templo del Señor es tratado como un criminal y los ornamentos sagrados robados.”
“¿Qué más debo deciros?”
“¡Somos deshonrados, hijos y hermanos, que viven en estos días de calamidades! ¿Podemos ver al mundo en este siglo reprobado por el cielo presenciar la desolación de la Ciudad Santa y permanecer en paz mientras es tan oprimida? ¿No es preferible morir en la guerra en vez de sufrir por más tiempo un espectáculo tan horrible? Lloremos por nuestras faltas que aumentan la ira divina, si, lloremos… Pero que nuestras lágrimas no sean como las semillas arrojadas sobre la arena. Dejemos que el fuego de nuestro arrepentimiento levante la Guerra Santa y el amor de nuestros hermanos nos lleven al combate. Dejemos que nuestras vidas sean más fuertes que la muerte para luchar contra los enemigos del pueblo cristiano.”
Llegada del Papa a Clermont
No es quedéis cobardemente en vuestros hogares
El Pontífice continuó: “Guerreros que escucháis mi voz, vosotros que iréis a la guerra, regocijaos, porque estáis tomando una guerra legítima… Armaos con la espada de los Macabeos e id a defender la casa de Israel que es la hija del Señor de los Ejércitos.”
“Ya no es asunto de vengar las injurias hechas a los hombres, sino aquellas que son hechas a Dios. Ya no es cuestión de atacar una ciudad o un castillo, sino de conquistar los Santos Lugares. Si triunfáis, las bendiciones del cielo y los reinos de Asia serán vuestra recompensa. Si sucumbís, alcanzaréis la gloria de en la misma Tierra donde Jesucristo murió, y Dios no olvidará que os vio en la Santa Milicia.”
“No os quedéis cobardemente en vuestros hogares con los afectos y sentimientos profanos. Soldados de Dios, no escuchéis nada sino los lamentos de Dios. Romped todos vuestros lazos terrenales y recordad que el Señor dijo: ‘El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí… Y todo aquel que abandone sus casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna.”
Recibiendo la Cruz
Este discurso de Urbano II tocó los corazones de todos. Pareció como una llama ardiente que descendió del cielo.
La asamblea, tomada por el entusiasmo y no por la mera elocuencia humana, se inspiró y se levantó en masa gritando: “Deus vult! Deus vult!” [Dios lo quiere, Dios lo quiere].
Cuando se restableció el silencio, el Santo Pontífice continuó:
“He aquí que hoy se cumple en vosotros la promesa del Señor que dijo que donde sus discípulos se reúnen en su nombre, Él estará en medio de ellos. Si el Salvador del mundo está ahora entre vosotros, si fue Él quien inspiró lo que yo acabo de escuchar, fue Él quien ha sacado de vosotros este grito de guerra, ‘¡Dios lo quiere!,’ y dejó que fuese lanzado en todas partes como testigos de la presencia del Señor Dios de los Ejércitos!”
El Papa Urbano II exhortando a las Cruzadas
El Papa levantó la Cruz ante la asamblea, el signo de la Redención, y dijo: “Es el mismo Jesucristo que deja su Sepulcro y os presenta su Cruz. Será el signo que unirá a los hijos dispersos de Israel. Levantadla sobre vuestros hombros y colocadla en vuestros pechos. Que brille en vuestras armas y banderas. Que sea para vosotros la recompensa de la victoria o la palma del martirio. Será un incesante recordatorio de que Nuestro Señor murió por nosotros y que debemos morir por Él.”
Excomunión para aquellos que no cumplan con el juramento
El Obispo de Puy, reputado por su conocimiento y firmeza, fue el primero en entrar por el camino de Dios, tomando la Cruz de las manos del Papa. Muchos otros siguieron su ejemplo.
El Papa prometió a los cruzados la absolución de sus pecados. Y colocó a sus personas, familias y bienes bajo la protección de la Iglesia y de los Apóstoles Pedro y Pablo.
El Concilio declaró que cualquiera que hiciese violencia contra los soldados de Cristo sería castigado con el anatema.
Cruzados y musulmanes en batalla
El Santo Padre reglamentó la disciplina y fijó la fecha de partida para aquellos que se habían enlistado en la Santa Milicia. Temeroso de que algunos pudieran permanecer en sus ciudades a causa de sus intereses personales, amenazó con la excomunión a aquellos que no cumplieren con sus juramentos.
Urbano II viajó a través de las varias provincias de Francia para completar su trabajo, convocando otros concilios. Este entusiasmo ilimitado lo siguió y lo comunicó al resto del pueblo francés, y luego se extendió a Inglaterra, Alemania, Italia e incluso España, que estaba combatiendo a los sarracenos en su propio territorio.
Todo Occidente fue movido por estas palabras: “El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.”
La religión era un único objetivo de la guerra contra los infieles. El amor a los padres, los lazos familiares e incluso los más tiernos afectos fueron sacrificados por los ideales que rebasaron toda Europa. La moderación era cobardía, la indiferencia era traición, y la oposición un ultraje y un sacrilegio.
Milagros
Numerosos milagros ayudaron a levantar el entusiasmo de las multitudes. Las estrellas se desprendieron del cielo y cayeron a la tierra; fuegos desconocidos se encendían en el aire, las nubes tomaban el color sangre y un amenazante cometa apareció en el mediodía con forma de espada. Muchos franceses vieron a Carlomagno exhortando a los cristianos a luchar contra los infieles.
Todas las Ordenes de Caballería tomaron la Cruz como símbolo
“Recibe esta espada en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.”
El sacerdote de cada parroquia bendecía las armas que se acumulaban delante de él. Rogaba al Señor Todopoderoso concediera a aquellos que las llevaran, el valor y la fortaleza que llevaron a David a derrotar el infiel Goliat.
Al entregar a cada caballero la espada que había sido bendecida, el sacerdote decía: “Recibe esta espada en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Que te sirva para el triunfo de la fe. Sin embargo, no derrames con ella la sangre del inocente."
Después de rociar los estandartes de la Cruz con agua bendita, se las entregaba diciendo: “Ve a combatir por la gloria de Dios y deja que este signo te haga triunfar de todo peligro.” Los cruzados recibían sus símbolos sobre sus rodillas.